Se siente en el ambiente, en los mercados, en las colas para agarrar un carrito o pagar en un supermercado, en un banco o una farmacia, en cualquier medio de transporte masivo, todo el mundo habla de lo mismo: de la incompetencia, del caos, del desastre de la economía, de la inflación, del colapso en el país. La gente tiene la convicción de que esta situación es insostenible y no puede continuar como está, que algo va a pasar y es inminente, no puede esperar hasta el 8 de diciembre, porque es un problema que sobrepasa lo electoral y los intereses de la dirigencia de los partidos políticos. Es un problema de supervivencia. El país está quebrado, el dinero no alcanza para comprar lo indispensable, esto se parece cada vez más al estado de miseria que padecen los cubanos. Una gran parte del chavismo anda deprimida con el estrepitoso fracaso de la revolución, la incertidumbre, la desmoralización a causa de la corrupción campante y el narcotráfico internacional que compromete al régimen.
Hace una semana, el presidente del Instituto Nacional de Estadísticas, Elías Eljuri, tuvo que reconocer que el salario mínimo no alcanza para cubrir los gastos de la canasta básica y admitió que “está por los cielos ante los ingresos”. La militarización de la red de abastos Bicentenario en todo el país está mandando señales. El Gobierno se prepara para lo que viene, es un golpe avisado que no lo agarrará desprevenido, como le pasó a Carlos Andrés Pérez en 1992, cuando todo el mundo lo sentía venir, menos él. Por eso, Nicolás Maduro, que sabe lo que está pasando en ese hervidero de la Fuerza Armada, vuela en los aviones de Cuba, desconfía de los militares venezolanos, tiene miedo de que en un viaje de estos lo dejen botado. En los aviones con bandera y tripulación cubana tiene la garantía de que sí regresará a Venezuela. Raúl Castro lo mantiene bajo su control, para que no se caiga por pendejo.
“Cartel bolivariano”
Hay que recordar que la decisión de Chávez cuando intervino los puertos y aeropuertos de todo el país, que eran competencia de gobernaciones y alcaldías, fue un hecho que facilitó las actividades de la narcoguerrilla colombiana en su negocio con la droga.
Las FARC, identificadas ideológicamente con la revolución bolivariana, reclutó a miembros de las Fuerzas Armadas venezolanas y a funcionarios civiles identificados con “el proceso” para sus actividades de exportación. El ex magistrado Eladio Aponte Aponte (actualmente en manos del FBI y la DEA) ha delatado a militares y civiles en sus conexiones con el narcotráfico.
Algunos mandatarios regionales recibieron órdenes de darle luz verde a la guerrilla y terminaron entrampados, al prestar sus “valiosos servicios” a la causa revolucionaria y a sus aliados de las FARC. Puede haber sido el caso del ex gobernador de Aragua, Rafael Isea. La experiencia indica que quienes se acercan a los agentes federales norteamericanos lo hacen para no terminar asesinados, como el ex gobernador del Apure, capitán Jesús Aguilarte, que sufrió un atentado, precisamente en Maracay.
Tic tac
1-. Dos de los llamados narcogenerales señalados por el Departamento del Tesoro de haber dirigido operaciones de narcotráfico estarían conversando con la DEA.
2-. Esta semana el Alto Mando Militar se reunirá con Diosdado Cabello para buscar una salida a la grave crisis que atraviesa el país. Contemplan la salida de Nicolás Maduro –vía renuncia– por el tema de su nacionalidad. Propondrán a Vielma Mora como candidato a la transición.