El terremoto del martes en el sudoeste de Pakistán ya arroja 349 fallecidos y se espera que el número suba, pero la prioridad de las autoridades es ahora asistir a los heridos y a decenas de miles de afectados por el desastre.
“Hay áreas en las que no hay nadie proveyendo ayuda. La gente sigue esperando junto a las ruinas de sus casas, sin agua ni alimentos”, lamentó hoy en declaraciones a Efe el responsable de la administración del distrito de Awarán, Abdur Rashid.
Awarán es la zona más golpeada por los efectos del terremoto, con más de 300 muertos, y según Rashid, el 80 % de las casas quedaron dañadas total o parcialmente, “y eso son unas 24.000 viviendas”, aclaró el responsable de distrito.
“Nos faltan instalaciones médicas y no hay espacio para atender a más gente en los hospitales locales, por lo que intentamos llevar a los heridos a otras zonas”, dijo ayer a última hora a los medios el portavoz del Ejecutivo regional, Mohammad Jan Buledi.
“No hay nada, los pacientes se mueren. No hay doctores ni personal sanitario”, dijo al diario local Dawn un superviviente, Rahmatulá Hasani.
Hasta el momento, los datos oficiales hablan de más de 600 heridos y 349 muertos, aunque las fuentes consultadas por Efe en Quetta -capital de la provincia de Baluchistán, escenario de la catástrofe- coinciden en que se espera un mayor número de víctimas.
Ante el enorme reto de proveer asistencia a los damnificados en una zona enorme (el distrito más afectado, Awarán, tiene 21.000 kilómetros cuadrados) y con una red de comunicaciones muy deficiente, arrecian las quejas por la ineficacia gubernamental.
Los diputados de la oposición escenificaron su crítica a la actuación del Gobierno federal ayer al salir del hemiciclo de la Asamblea tras la votación de una serie de medidas para acelerar la ayuda a los afectados.
La cantidad de personas damnificadas comienza a ser objeto de controversia, ya que mientras las autoridades de la provincia de Baluchistán hablan de hasta 300.000 personas afectadas -lo hizo ayer un portavoz regional- otras instancias rebajan ese número.
“300.000 son las personas que viven en los seis distritos de la zona golpeada, pero probablemente las que realmente necesitan ayuda son menos”, defendió hoy el portavoz de la Autoridad Nacional de Gestión de Desastres (NDMA), Kamran Ziá.
“Nuestro problema en este momento no es la falta de víveres y artículos de primera necesidad, sino las dificultades para llevárselos a la gente”, explicó Ziá, que descartó por ahora la necesidad de recibir ayuda de la comunidad internacional.
Según el portavoz, hay áreas prácticamente inaccesibles, como los municipios de Mashké o Malar (en Awarán), y urge proveer a los supervivientes de alimentos, medicinas y también refugio “para protegerse del fuerte sol”.
Otro motivo de preocupación es la falta de agua en muchas zonas, ya que la vetusta red de canalización ha quedado segada en muchos tramos.
El Ejército, que en las primeras 24 horas ya desplegó más de un millar de tropas para ayudar en las tareas de rescate, está encaminando buena parte de la ayuda a través de convoyes que están llegando desde las ciudades de Khuzdar y la meridional Karachi.
Los militares también tienen activos seis helicópteros para trasladar ayuda.
Las tareas de rescate han sufrido hoy un sobresalto con el ataque a un helicóptero en el que viajaban varias autoridades civiles y militares y que fue atacado por insurgentes con proyectiles cuando aterrizaba en el municipio de Mashké.
“Los cohetes no impactaron en el aparato”, precisó el portavoz de la NDMA, quien añadió que “los pasajeros (entre ellos el director de ese organismo) ni siquiera se dieron cuenta del ataque en el momento y continuaron su visita sin problemas”. EFE