París revive la Belle Époque, novelando un guardarropa de los años veinte (Fotos)

París revive la Belle Époque, novelando un guardarropa de los años veinte (Fotos)

FRANCOIS GUILLOT / AFP

El Museo Carnavalet de París presentó hoy la exposición “Novela de un armario. El chic de una parisina entre la Belle Époque y los años treinta”, un recorrido de la moda más exquisita de los años veinte y treinta que abre sus puertas el próximo jueves.EFE

La protagonista de esta particular novela textil es Alice Alleaume (1867-1932), una comercial de moda y, sobre todo, una “parisina elegante”, en palabras de una de las comisarias de la muestra, y conservadora general del Museo de la Moda de París (Palacio Galliera), Sophie Grossiord.

Grossiord explicó a Efe que “el armario de Alice Alleaume permite entrar en los entresijos” de la casa de alta costura Chéruit, extinta desde 1933 y reflejo de una de las épocas doradas de la moda, donde la protagonista de este relato museístico fue la vendedora más importante de la marca, ostentando el cargo de “primera vendedora”.





A través de esta estilosa mujer, la exposición se organiza en cuatro secciones y recorre la moda de los años veinte y treinta a través de más de 400 objetos entre vestidos, sombreros, accesorios, cuadros, fotografías o manuscritos.

La primera sala acoge los comienzos de Alice Alleaume y sus influencias familiares pues su madre, Adèle Dumas, era modista de alta costura y su hermana mayor fue también vendedora en otra casa de moda. La muestra reúne algunos vestidos de su armario y del de su hermana, junto a seis sombreros de pluma.

Pronto se abre la puerta hacia el medio parisino de la moda en torno a la Plaza Vendôme, auténtico corazón del estilo en cuyos alrededores se apiñaban a inicios del siglo XX las casas de alta costura más importantes de la ciudad.

Rodeados por grabados, viñetas de la época y dos álbumes del ilustrador francés Georges Goursat, más conocido como Sem, en el centro se agrupan media docena de coloridos trajes y sombreros que ya van acercando al visitante al verdadero centro de la exposición y a los años veinte.

El siguiente paso es el decisivo, pues recrea la casa Chéruit, donde Alleaume desarrolló todo su estilo y potencial, lo que supone el verdadero núcleo de toda la exhibición.

A partir de este punto no solo se camina entre moda, sino también entre documentos históricos como los cuadernos de notas de la protagonista donde podemos conocer a sus clientes, entre los que figuran, por ejemplo, la reina española Victoria Eugenia y su hija, la infanta Beatriz.

Grossiord aseguró que en un principio no esperaban poder desvelar “tantas cosas inéditas de la casa Chéruit”, que “renace completamente tras un largo periodo de olvido” pues, pese a la importancia en su época, poca gente recuerda su nombre desde que cerrase en 1933.

Se trata de una casa abierta en 1898 y que conoció muy rápidamente el éxito tanto de clientela como entre la prensa, que “le consagraba páginas y páginas muy habitualmente”, señaló Grossiord, quien subrayó asimismo la diversidad de sus compradores, rusos, europeos, estadounidenses o sudamericanos.

La comisaria señaló que “se ha llevado a cabo un gran trabajo de conservación e investigación” y que “a partir de documentos de archivo y de cartas, se ha podido reconstruir todo el recorrido, todas las etapas de aprendizaje de Alice”.

“Hemos tenido la suerte de poder consultar el depósito de modelos de los archivos de París, que conserva la colección casi al completo de todas las piezas de la casa Chéruit, que se protegía de la copia y depositaba sus modelos”, prosigue Grossiord, pues gracias a ellos se muestran casi doscientas fotos de la colección de la temporada inverno 1921-1922.

Entre abundantes documentos y fotografías, en la que es la mayor sección de la muestra, se presentan las populares líneas rectas de la moda de los años veinte que Alleaume, siempre a la última, tenía en su guardarropa.

A través de la protagonista, que trasladaba su moderna forma de entender la ropa a su familia, se puede conocer también el estilo de los bañadores, los pijamas o la ropa que llevaban sus hijos.

Entre flores artificiales para tocados que jamás fueron estrenadas por Alleaume, la muestra cierra con la entallada moda de los años treinta donde se encuentra el vestido dorado y negro llamado “Brunehilde” con el que el pintor vanguardista Félix Bonnet inmortalizó a Alleaume. EFE