Astrónomos y simples terrícolas sueñan desde hace meses con un inesperado regalo de Navidad: un cometa tan brillante que será visible a simple vista a finales de diciembre… siempre y cuando el gran bloque de hielo cósmico sobreviva a su pasaje cerca del Sol.
Desde que fue identificado por astrónomos aficionados rusos en septiembre de 2012, el cometa ISON es objeto de mucha atención. Pero aunque ha sido examinado por expertos de todo el mundo -600 observaciones en las últimas dos semanas- restan muchas incertidumbres sobre su tamaño, densidad, composición y el destino que le espera.
Una cosa es cierta: su trayectoria colocará a ISON más cerca del Sol el 28 de noviembre, a sólo 1,17 millones de kilómetros de su superficie. El cometa se someterá entonces a una temperatura de unos 2.700 grados Celsius, según el Instituto de mecánica celeste (IMCCE) del Observatorio de París.
Y si logra, sin romperse, escapar a la Nube de Oort en los confines del sistema solar, soportar el horno que supone la cercanía al Sol y resistir a sus fuerzas de marea, “se convertirá en un espectacular cometa que se podrá observar después de la puesta del sol a principios de diciembre, y toda la noche después”.
Según los últimos cálculos de la NASA, ISON pasará más cerca de la Tierra el 26 de diciembre, a unos 64 millones de kilómetros del planeta.
Mientras tanto, los astrónomos se limitan a hacer predicciones a veces contradictorias.
Para Ignacio Ferrín, astrofísico de la Universidad de Antioquia en Medellín (Colombia), la luminosidad de ISON indica que el cometa está a punto de fracturarse.
“Esta desintegración se producirá antes de que llegue a su perihelio”, el punto de pasaje más cercano al Sol, dijo a la AFP.
El brillo de los cometas en general aumenta a medida que se acercan al Sol, cuyo calor derrite el hielo, produciendo agua, polvo y gas que forman su larga cola brillante, explicó el astrofísico.
Pero la curva luminosa de ISON ha disminuido hasta casi estabilizarse, una señal encontrada en cuatro cometas que se han fracturado, señaló.
“Cara o cruz”
La NASA, recién salida de su letargo impuesto por la parálisis administrativa en Estados Unidos, lanzó el viernes una nueva foto del cometa, tomada el 9 de octubre por el telescopio espacial Hubble.
Según la agencia espacial estadounidense, esta imagen prueba que el núcleo helado seguía intacto a pesar de los augurios más pesimistas.
Y más allá de todas las incógnitas sobre el cometa, otros investigadores de Estados Unidos realizaron cálculos científicos probabilísticos y llegaron a la conclusión de que es “muy probable” que ISON sobreviva a su encuentro con el Sol.
Además, “se rompa o no, el pedazo más grande que quede será bastante imponente como para resistir la evaporación y garantizar que ISON siga siendo un cometa viable después del perihelio”, señaló Matthew Knight, astrónomo del Observatorio Lowell en Flagstaff, Arizona (suroeste de Estados Unidos), que participó en esa simulación.
Esto dependerá principalmente del tamaño del núcleo de hielo del cometa. El diámetro de ISON, inicialmente estimado entre uno y cuatro kilómetros, podría en última instancia ser mucho menor, en torno a los 200 metros.
Pero los cometas con un diámetro menor a 200 metros casi siempre se destruyen cuando también pasan cerca del Sol.
“No tenemos la menor idea de lo que va a pasar con su perihelio (…) Hubo muchas mediciones, pero no necesariamente confirmadas, esto un poco de cara o cruz”, reconoció Patrick Roher, astrónomo del IMCCE.
“La única manera es esperar y ver. Paciencia. Se fijó como fecha principios de diciembre, pero probablemente sea antes”, agregó.
AFP