Lo que expondremos a continuación es conocido por el lector venezolano. Todos lo hemos vivido. Es posible que los datos, las fechas, los detalles, se nos hayan desdibujado en la memoria. Es normal. Es humano. Nadie podría vivir con el osario de las mil canalladas a cuestas. Pero es necesario contribuir a difundir la documentación de las violaciones a las libertades en Venezuela, sobre todo para cerrar las puertas de escape a los alcahuetas de dictadores, quienes no podrán alegar que ignoraban lo que ha estado sucediendo en Venezuela frente a sus ojos.
Pero si están ciegos, si tienen –como se dice en el Zulia- unos lentes de cuero de cochino con los pelos pa’dentro, y no ven lo que tienen enfrente, vamos a hacérselo más visible. De esa manera, los presidentes y todo el liderazgo político de “los países amigos“, -esos que cuando estaban perseguidos por sus gorilas recibieron el apoyo de Venezuela- vean lo que cohonestan al hacerse los locos frente a la tiranía chavista.
En las últimas semanas han circulado varios análisis acerca de la estrangulación de los medios de comunicación en Venezuela, cada vez más cercados, más castigados por las vías económica y judicial. Y a cada vuelta de tuerca solemos pesar que, por lo menos, nos queda Internet, las redes sociales, esa espita que ingenuamente creemos de imposible cancelación. No es así.
Hace un par de semanas se dio a conocer el informe de la organización Freedom House, que ofrece un panorama mundial de la libertad de expresión en el entorno digital. Por tercer año consecutivo, los valores de Venezuela descienden en ese baremo. Tal como informa el blog Periodismo en línea: “El primer informe, correspondiente a 2011, le otorga un puntaje de 46/100; el siguiente, de 2012, lo coloca en la posición número 48; y el de este año (que analiza el lapso que va del primero de mayo de 2012 hasta el 30 de abril de 2013) le otorga 53 puntos, vale decir, cinco más que el anterior“. Conviene hacer notar que el aumento de puntos equivale a más escaños en la tabla del control.
—Mediante una metodología compleja –sigue Periodismo en línea-, que examina y evalúa 100 indicadores distribuidos en tres áreas: límites para el acceso; límites en el contenido; y violaciones a los derechos de los usuarios; el informe da cuenta pormenorizada de los asuntos más sensibles relacionados con la libertad de expresión en Internet y, sobre todo, de las causas que originan las restricciones.
“La investigación expone la asociación entre la falta de institucionalidad (la inexistencia de contrapesos entre los poderes públicos), el control del operador principal (CANTV) y del ente regulador (CONATEL), así como el control en la asignación y repartición de divisas para la empresas privadas de telecomunicaciones a través de Cadivi“.
Si esto pareciera muy vago e inasible, el informe documenta de forma minuciosa (con 129 referencias a pie de página) los hechos que sustentan los indicadores. De forma que están inventariados los continuos y cada vez mayores obstáculos que enfrentamos los venezolanos para ejercer la libertad en la red, en un contexto signado por la hegemonía comunicacional del gobierno.
Ahí está narrado un episodio, que, como bien subraya Periodismo en línea, destaca por su gravedad: “la caída masiva de Internet el 14 de abril del 2013, cuando se celebraron las últimas elecciones presidenciales, evento solo registrado en países como Egipto y Siria. Como se recordará, la noche de ese domingo, cuando se esperaban los resultados de los comicios, el Vicepresidente de la República, Jorge Arreaza, reconoció que el gobierno le había ‘bajado el suiche‘ a la red con argumentos muy poco transparentes“.
Además, Freedom House valora –negativamente- la pobreza de la velocidad de acceso; la poca disponibilidad de conexiones de banda ancha (iguales o superiores a 4Mbps); y el costo de un plan de este tipo (como el de ABA de Cantv), que no está disponible en todo el país y cuyo costo es casi un cuarto del salario mínimo.
No se les escapa el acoso a periodistas, humoristas, artistas y líderes de opinión, así como también la vulneración y bloqueo de páginas informativas; y la divulgación de conversaciones privadas, sin que las víctimas tengan un organismo independiente donde acudir.
Bueno, este es el país que ha configurado la banda militarista. A esto llaman “democracia“ las celestinas de América Latina, al tiempo que sacan tajadas del botín venezolano.
Publicado en Milagros Socorro