Frente a una de las garitas de vigilancia del Palacio de Miraflores, y donde se lee en una enorme valla “Guardia de Honor Presidencial. Zona de Seguridad” yace acostado en el piso desde hace varios días, un ser humano abandonado a su propia suerte en una improvisada colchoneta. El señor tiene una pierna fracturada y a menos de un centenar de metros hay un módulo de Barrio Adentro, pero cerrado hace años. Ahí está, el dolor de un humano apenas acompañado por un perrito fiel.