No es voluntarismo. Es la gravísima realidad que no terminamos de resolver. Un liderazgo incapaz -de lado y lado- que no está registrando profundidad política ni capacidad crítica. A los dos les quedó grande la circunstancia. Maduro carece de pericia y apela a la peor medicina: Giordani… Capriles, un imberbe con muchas ganas, no descifra el inmenso desafío que demanda el país, y se encogió a un JJ, vestir una gorra, un chaleco tricolor, dar “primicias” por Capriles TV y seguir los mandatos de la MUD.
Los hechos imponen la agenda, no al revés. Por un lado tenemos un modelo económico colapsado que no resiste la distorsión monetaria del control de cambio vs. control de precios, y una política ocupacional -militarizada y persecutoria- sobre los medios de producción. Ya no hay petróleo que aguante una economía de puertos inflada, sobre-costeada y flagelada, causa de la mayor fuga de divisas de nuestra historia. Esto nos ha llevado a niveles de inflación insostenibles. Hoy el salario mínimo es un tercio de la cesta básica (a valor oficial), pero un décimo de lo que necesita una familia decente para comer, vestirse, trasladarse, pagar una pensión, estudiar y permitirse, si acaso, ir al cine… El venezolano de a pie o de La Lagunita, quedó atrapado en la violencia, el desgobierno y el arrebato. Ya no es un tema de lucha de clases. La crisis no se combate con ideología ni propaganda. Pasamos a ser una subsociedad de subciudadanos, huérfanos de las garantías básicas como el derecho a la vida, la libertad y la justicia. En pleno siglo XXI, cuando otros mundos otrora depauperados, evolucionan en materia de DDHH, calidad de vida, prosperidad y convivencia grupal (Turquía, Vietnam, Uruguay, Indonesia, Líbano, Filipinas, Perú, Camboya, Tanzania), los venezolanos caímos en la cola de la mediocridad, el caos, la mortandad y la escasez. Y ni soberanos somos minados de cubanos y bofeteados por Guyana.
No es ser de derecha o de izquierda. Estas tendencias son vacías. Es un drama criminal asfixiante que no esperará 50 años para redimirse…. Es fácil para Ramírez que va flamante de Gucci y de Salvatore Ferragamo; que come en platos de Lladró y se rodea de escoltas y chofer, saltarse una o dos generaciones, y esperar. Hasta sus bisnietos están resueltos. Pero la gran mayoría del pueblo timado no puede seguir preservando fidelidad a la orden de un comandante, cuyos cooperadores se apropiaron de todo lo que habían dado al pueblo, incluso su fe.
Del otro lado de la acera la alternativa se fue a la cama. Adormita, levita, sale a la calle, se toma un café, y habla (bla, bla)… Pide paciencia y paz, y regresa a casa donde no le falta absolutamente nada. El sacrificio es relativo. Se atempera con aire acondicionado y se rodea de los mismos choferes, custodios y secretarios de agenda, discurso, ropaje y maquillaje. La gravedad del momento para nada se aprecia en el impulso político (que no da) el máximo líder de oposición. No pido llamar a la calle con botellas y cabillas. Nadie azuza la violencia. Hablo de agendas comprometidas, estructuradas, bien planificadas. Hablo de trabajo en equipo. Yo no veo a Capriles preparando trabajos bien documentados ante las principales universidades del mundo sobre el caso Venezuela. No veo lobby y profundidad cientista, elevando consistentemente a consideración de foros internacionales prodefensa de los DDHH, la familia, la libertad de expresión o la justicia, el drama de un pueblo que rompe todos los récords de criminalidad, negación y nihilismo, sea en la calle, en nuestras casas, en la cárcel o en un autobús. Crímenes impunes además. Ahí sigue Simonovis agonizando solo, miserablemente… No hay fuerza inspiradora porque los riesgos son calculados y la pasión puesta en un cajón electoral. Lo que Capriles pide es votar y esperar… Actitud cómoda y complaciente vista por el chavista decepcionado con la misma frivolidad, que ve al gobierno. Y crece la incertidumbre, la desesperación y la desesperanza, por lo que en este terreno, la agitación los arrastrará a ambos. Tanto a Maduro en el poder como a Capriles en su inmadurez, les pasará la historia, los hechos y la gente por encima, por inocuos. La gente se cansó y se auto-convoca… No quiere líderes, quiere cambio, quiere orden, ¡quiere vivir!
Antonio María -amigo periodista- me pregunta: ¿Quién sustituye a Maduro y a Capriles? Yo contesto: serán ellos Dios… Sólo él es radical e irreemplazable. Del resto cualquier mortal es prescindible. Maduro y Capriles se quedaron amarrados a su corta interpretación de una era. Basta que otro alce su voz, haga lo que debe hacer en el momento adecuado y en el lugar preciso, para que las masas -al decir de Le Bon en su Psychologie des foules- le sigan trepidantemente, olvidando a quienes ayer seguían. Y se auto-convocan, insisto. Es así como en horas cayeron los imperios, cayó el telón de acero o el Muro de Berlín. Qué decir de lo que debe caer en Venezuela: una espuria V República. Nada más…
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