“Autocensurarnos es contrario al buen periodismo, a la seriedad y a la existencia de un sistema democrático”. Hago mía esta frase de la editorial El Tiempo, diario del oriente del país con 55 años de trayectoria y que hoy está en la mira del régimen por el “crimen” de no silenciar las muy sentidas palabras del comerciante Hakin Raffai al ser desalojado y detenido en su establecimiento por guardias que se prestan a las torcidas órdenes del régimen comunista que avanza en Venezuela: “Yo prefiero que la gente entre y nos saquee, nos sale más barato”… Ese medio de comunicación agrega en la editorial citada del pasado 16 de noviembre, que las palabras expresadas por Raffai “son tan contundentes, sufridas, descriptivas y ubicables en internet, que no publicarlas era darle una bofetada al periodismo y a la libertad de información”.
Para esta periodista con más de 30 años de ejercicio, formada en libertad y para defender la libertad, no le extraña que la pluma de la directiva y periodistas de ese medio informen sin cortapisas situaciones abusivas, sentenciadas por el ejecutivo sin defensa del señalado. Me extraña lo contrario. El silencio, la censura y autocensura de algunos de mis pares quienes deberían -a cualquier costo y sin justificación alguna- unirse en protesta por el amedrentamiento y persecución de la que es víctima hace ya mucho tiempo el oficio del periodismo por el delito de informar.
Los periodistas somos seres humanos con posiciones particulares, y los medios también, no somos neutrales y eso no es para nada cuestionable, lo que si debe ser siempre un comunicador y un medio es creíble, para unos y otros. Entonces ¿es o no verdad la situación irregular vivida por el señor Raffai? ¿Expresó o no con contundencia lo narrado por El Tiempo?… Esa es la verdad de ese comerciante, la deben juzgar otros, no la prensa. El medio no debe ocultarla ni silenciarla.
En la Escuela de Comunicación Social de la UCAB de la cual egresé, se nos enseñó que ser periodista exige tener una vocación de servicio al ideal democrático de la sociedad. Tenemos una misión, la de cuestionar, servir de foro de ideas, de pensamientos plurales, de despertar la sensibilidad social, de contribuir a mejorar la convivencia en libertad, de dar cabida a todas posiciones. En la escuela y el la práctica del oficio se nos enseña y aprendemos a escudriñar en el quehacer nacional para denunciar lo que esta mal, alertar con la idea que se apliquen los correctivos necesarios. Por qué entonces se persigue a quienes informan, por qué se le niega a los profesionales de la prensa el acceso a la fuente oficial, por qué desde el gobierno se quiere imponer a la fuerza una sola voz, un solo pensamiento, una única versión. Sencillo, porque no estamos en democracia.
Estoy regresando de la ciudad de Washington, donde introduje -asistida por el doctor Asdrubal Aguiar – ante la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, un escrito sobre los abusos, irregularidades, amenazas y realidades adversas a la libertad de expresión y prensa en Venezuela. Y lo hemos hecho con la plena convicción de contribuir en la recopilación y elaboración de informes contentivos de la dramática situación que atravesamos, donde un gobierno alejado de la democracia, cierra medios y compra otros para someter a 30 millones de venezolanos a la desinformación y a la negación de la pluralidad del pensamiento y libre expresión, convirtiéndose en el tenedor de un gran monopolio comunicacional, que las propias leyes venezolanas prohíben.
Tiempos duros los que nos ha tocado vivir, tiempos de amenazas, donde el miedo es que esta situación dure más. No son momentos para callar, sino para alzar las voces y luchar por el rescate de la libertad y la democracia. Mis respetos y admiración a aquellos que no se arrodillan.
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@nituperez