El próximo 8 de diciembre (8D) las elecciones de 335 alcaldes, 2 alcaldes mayores y 2.389 concejales marcan un hito para el devenir político en Venezuela. Porque es la primera vez que se pone a prueba la legitimidad de Nicolás Maduro en el poder; al tratar de validar si su triunfo la noche del 14 de abril fue producto del voto popular. Maduro lo sabe y por ello desde que asumió la presidencia ha desarrollado una narrativa que le permita asegurar el “don de mando”.
Para demostrar esa capacidad toma la decisión de designar a dedo -al mejor estilo del propio Chávez- todos los candidatos a alcaldes y concejales para la elección del 8D. En el caso de las alcaldías emblemáticas de la oposición (Distrito Metropolitano de Caracas, Baruta, Sucre, Chacao y Maracaibo) el criterio que utiliza no es la ideología revolucionaria, sino personas que sean productos mediáticos. Busca remozar el mensaje “revolucionario” en los municipios donde la clase media es un factor fundamental para que la unidad democrática logre el triunfo.
Sin embargo, la cotidianidad de los primeros seis meses del gobierno de Maduro generan insatisfacción inmediata en los sectores populares -83 por ciento del electorado (15.869.441 electores)- por la escasez de productos y servicios básicos, el alto costo de la vida y la inseguridad. Estos sectores han sido la base del triunfo electoral de la revolución. Por lo que Maduro recurre a la imagen de su antecesor para conectar con los niveles socioeconómicos que hoy sobreviven con un ingreso entre 1,5 a 7 dólares promedio diario. Adicionalmente intenta crear la leyenda del héroe para que el pueblo pueda identificarse y mirarlo como un símbolo de honor y gloria, decretando el 8D “Día de la Lealtad y el Amor al Comandante Supremo y a la Patria“.
Por otro lado, para afirmar la “unidad de mando” dentro de la estructura política-militar obtiene poderes legislativos especiales el 19 de noviembre a través de La Ley Habilitante que le permite dictar normas con rango de ley en una materia determinada con carácter extraordinario. Los nuevos poderes serían utilizados para combatir la corrupción en el gobierno –últimos diez años- y la manipulación económica por parte de los grupos económicos de la V República.
Para ello, asume el rol de víctima al ignorar, negar y culpar de la crisis económico-social diaria a sectores externos a la Administración y a la oposición (Gráfico 1). Ante la situación difícil de desabastecimiento de los productos básicos de la canasta familiar y una alta inflación provoca saqueos controlados a las tiendas y comercios que inicia con artículos como televisores, cocinas, neveras y otros electrodomésticos con el fin de generar una gratificación inmediata en el pueblo, que ha perdido la confianza en la “revolución”. Usa el arquetipo de Robin Hood para conectar emocionalmente con la base chavista.
Gráfico 1
Es un proceso que va cerrando los espacios para que la sociedad pueda expresarse, dialogar, producir, vender, participar con libertad política-social-económica y sin miedo a la represión. Es la hegemonía nueva de Maduro en la que ignora la inestabilidad o incertidumbre sobre el desarrollo económico-social del país; negándola y culpando a terceros al presentar el argumento que son la trilogía del mal, el imperio, y los capitalistas usureros los causantes de una guerra económica a la cual debe resistir, escondiéndose en la figura de Chávez y Robin Hood. Es presentarse ante sus seguidores como una víctima -pobrecito de mí- de lo que ha heredado y al no responsabilizarse de la situación de crisis que vive Venezuela, repite el ciclo una y otra vez hasta alcanzar el empobrecimiento general de la sociedad venezolana. Porque en el escenario de las próximas semanas hay variables económicas que impactarían de forma fundamental en el único bien exportable como es el crudo.
Ante los primeros acuerdos entre la Administración de Obama y el gobierno de Irán el mercado petrolero será más estable y contará con la incorporación, como mínimo, de un millón de barriles diarios de crudo iraní. El resultado favorecería a un precio del barril que se ubicaría entre los 70-80 dólares. Por lo tanto, la economía venezolana que ha venido cayendo con precios del crudo promedio año de 100 dólares por barril, entraría en una situación en la cual el financiamiento de la economía con la emisión de bolívares por parte del Banco Central de Venezuela sería nula y tendría que echar mano a la liquidez actual en los bancos, ubicada aproximadamente en 500 mil millones de bolívares fuertes, a través un corralito que consiste en limitar la retirada de efectivo de la banca.
Adicionalmente los sectores de la economía (primario, secundario y terciario) estarían en fase de escasez tanto de insumos como productos. El dólar paralelo quedaría controlado porque no habría demanda; al tener limitada la utilidad sobre los bienes de consumo entre 15-30 por ciento a través de los poderes especiales.
Tendencias que son establecidas sobre la premisa en la cual Nicolás Maduro lograría obtener el “don de mando” en las próximas elecciones municipales.
Un evento, al que la oposición asiste reconociendo la crítica situación que atraviesa el país en lo social, político y económico, utilizando la única arma que conoce que es el voto porque entiende que las diferencias y la diversidad son parte esencial de la democracia. Que las instituciones, programas y acciones del pasado y el presente que han satisfecho las necesidades de los sectores débiles de la población ha de continuar dentro del gobierno. Con el fortalecimiento de los pesos y contrapesos en la sociedad, para la institucionalización del poder. Resurgiendo la Venezuela que crea incentivos, reconoce la innovación y permite a todos los ciudadanos participar en las diversas oportunidades económicas; con un gobierno responsable y comprometido con la prosperidad del pueblo.
El día 8D está en juego la hegemonía de Maduro versus la rebelión de los votos.
Antonio De La Cruz es Director Ejecutivo Inter-American Trends
@iatrends