El resultado nacional es muy claro y contundente: el 51,31% de los electores no votó por los candidatos del gobierno, la abstención fue del 42% y me escribió la twittera “@ThanSai1” que “Si los abstencionistas hubieran votado, estaríamos más cerca de la libertad del yugo cubano.”
La derrota del gobierno en Caracas, Maracaibo, Valencia, Barquisimeto, San Cristóbal, Mérida y otras grandes ciudades, amén del puntillazo que significa para el alma roja haber perdido Barinas, la patria chica del difunto, y la pérdida sufrida en Maturín, la capital del estado del teniente Cabello, es un anuncio de lo que les espera en los próximos comicios.
El triunfo de la oposición es aún más meritorio si destacamos que el enfrentamiento fue contra todo el Estado venezolano puesto al servicio, con todos sus inmensos recursos, de la barbarie militarista que gobierna con un civil cubanófilo de mampara.
Corresponde a la MUD iniciar un proceso de reformulación política y adecuación organizativa para los casi dos años en los que no tendremos procesos electorales y no esperar a que las presiones vengan de afuera para hacerlo o comiencen los francotiradores (que ya muestran sus fauces) de siempre con sus planes personalistas a empujarla hacia sus intereses.
La agenda política de la MUD debe incluir en primer término darle coordinación y direccionalidad política a la numerosa pero dispersa lucha social, luchar por condiciones de igualdad para la práctica político-electoral en cuanto al acceso a los medios de comunicación y al financiamiento y plantarse a exigir el cese a la represión así como la libertad para los presos políticos y el regreso de los exilados con respeto a todos sus derechos.
Vale recordar la vieja consigna: “Cumplida la tarea seguimos la pelea”.