La estatal petrolera de Venezuela, PDVSA, una empresa muy mal manejada, donde campea en nepotismo, se ha señalado caos de corrupción de importancia y está severamente endeudada. Desde el año 2000, las principales empresas petroleras mundiales han vivido su época de oro debido al aumento de los precios petroleros que les ha proporcionado suficientes recursos financieros para acometer procesos de inversión con el objeto de aumentar sus niveles de producción. Este no es el caso de PDVSA. Según cifras del BCV entre 1998 y 2013, la actividad económica petrolera cayó 16,0% como expresión de la declinación de la producción. Con la producción disminuyendo, la nómina de la empresa pasó de 30.000 trabajadores en 1998 a 100.000, trabajadores aproximadamente en 2013. Esto luce paradójico: que al contraerse la actividad petrolera, al mismo tiempo la fuerza de trabajo se haya más que triplicado. Esto no se puede explicar estrictamente por ineficiencias sino porque la empresa está principalmente al servicio de un proyecto político.
PDVSA no es ni debe ser una agencia de empleo ni la sucursal de un partido político, el PSUV, sino una empresa dedicada al negocio petrolero y al desarrollo del país. Pero tan grave como lo anterior es la deuda que la empresa ha venido acumulando en los últimos años, a pesar de los altos precios del petróleo. En este sentido, el caso de PDVSA es único en el mundo por cuanto, a diferencia del resto de las empresas petroleras, que hoy son acreedoras, PDVSA es un empresas con una carga de pasivos significativos, tanto los que asume en forma de títulos valores emitidos como por deudas con proveedores, suplidores y socios. En 1998 la deuda total de PDVSA era de US$ 5.000 millones y para 2013 se estima que su deuda total se acerca a los US$. 100.000 millones, de los cuales la compañía le debía al BCV hasta el 22 de noviembre de 2013, la suma de US$ 65.272 millones, tal como se evidencia en el gráfico. Esto es una monstruosidad de deuda. PDVSA le debe a todo el mundo. La deuda de PDVSA se sigue acumulando por sus obligaciones, entre otras, con un conjunto de entidades a quienes les expropió sus negocios y no les ha pagado todo lo cual ha derivado en demandas en tribunales internacionales que significarán pago a los demandantes.
Con respecto a la deuda con el BCV, ella se explica por el gigantesco déficit financiero que refleja PDVSA. Al cerrarse las vías de financiamiento externo de ese déficit, debido al elevado costo financiero que debe asumir una empresa en apuros y en franco deterioro, ha recurrido PDVSA al BCV como prestamista de última instancia. Pero no es cualquiera el financiamiento que otorga el BCV a PDVSA. Cuando el ente emisor tapa el hueco financiero de PDVSA lo hace imprimiendo dinero que sale a la circulación a enfrentarse con bienes escasos y con dólares insuficientes, dada la magnitud del dinero circulante. Ante ello, el sistema económico reacciona con tensiones inflacionarias y con presiones sobre las reservas internacionales del BCV y el tipo de cambio paralelo. Se crea de esta manera un círculo vicioso: en vista del déficit de PDVSA el BCV emite dinero para financiarlo, lo cual genera inflación. Esa mayor inflación eleva los costos operativos de PDVSA en moneda nacional y como sus ingresos no aumentan porque el tipo de cambio permanece fijo, se agrava su déficit y la obliga a volver a financiarse con el BCV, lo cual exacerba la inflación.
Esta política irresponsable de imprimir dinero para enjugar el déficit de PDVSA la inauguró Nelson Merentes en 2010, en sus tiempos cuando llegó a experimentar con la política monetaria todo lo cual ha pulverizado el valor del bolívar y propiciado una volatilidad extraordinaria en la economía. Resulta incomprensible que una empresa petrolera en estos tiempos se haya endeudado como lo ha hecho PDVSA, sin que tal endeudamiento haya contribuido a incrementar su producción, todo lo cual ha provocado en buena parte desestabilización monetaria en Venezuela, traducida en alta inflación y devaluación del bolívar.
Cualquier proyecto político sensato en Venezuela debe partir por recuperar a PDVSA, con una administración honesta y transparente y sacar la politiquería de la empresa. PDVSA es demasiando importante para el país para que esté en manos de politiquillos de oficio que han sumergido a la empresa en una crisis, cuyas sus consecuencias todavía no atinamos a ver.