La “revolución”, ¿cómo puede llamar a diálogo a la oposición si, con todo el poder del Estado, se reserva el derecho de admisión y la conmina a la sumisión, después de haberla sometido a un discurso difamador y provocador, peyorativo y segregacionista, capcioso y mendaz, manipulador e hipócrita, infractor y censurador? ¿Cómo puede hacerlo, si a su vez, con hechos demostrables, le ha cercado sus espacios de acción política, económica, comunicacional y cultural? ¿Cómo puede convencerla si, cuando no usa a grupos de violentos rentados y armados para amedrentarla, silenciarla y reducirla, la acosa con gobiernos e instituciones paralelos apoyados con recursos económicos, la FANB y las policías para institucionalizar el fracaso o impedir el éxito de gobernaciones y alcaldías que se encuentran en manos de la oposición? ¿Acaso esto no es una declaración de hostilidades que viola todos los preceptos constitucionales? ¿Por qué la cúpula roja habla de paz; cuando ciertamente acciona, de palabra y de hecho, con hostilidad? La oposición, más que preventiva, ha sido concesiva. Y, bajo este esquema, el gobierno la está llevando hacia la encerrona de una guerra civil no declarada. Y es aquí, donde está el más inminente peligro de su estallido real.
La “revolución”, al parecer, avanza sobresegura; porque cree que la debilidad de sus oponentes está en la democracia y en la falta de preparación para la guerra. Y no han ido a más, porque teme al poder de movilización que esta ha demostrado durante sus manifestaciones pacíficas y a su crecimiento, en las últimas elecciones. Fortaleza lograda, a pesar de todos los obstáculos, abusos y ventajismos impuestos por el oficialismo, en contravención de las leyes del impotente y parcial CNE. El afán del gobierno, es hacer ver a la oposición como violenta en sus acciones y débil, desde el punto de vista electoral. Y todo, porque sabe que la fortaleza democrática del pueblo opositor detendrá el avance del totalitarismo y evitará el total desplome democrático del país.
La oposición, valientemente, han evadido la guerra y siguen en la lucha democrática; pero nadie sabe, cuándo ni cómo habrá de romperse este muro de contención. Ojalá, que el país unido y reconciliado, llegue a encontrar la salida menos minada y más ecuánime, surgida de un auténtico diálogo político. Pero para la cúpula roja, al parecer, esto es imposible; quieren todo el poder.
Víctor Vielma Molina/Educador/ victormvielmam@gmail.com