Los Tepuyes son formaciones geológicas que sobrevivieron a la erosión de los tiempos. Situadas al este de Venezuela, forman un horizonte recortado, plano, hermoso. Además son rocas aún desconocidas por la ciencia y las más antiguas del planeta. Un extenso santuario natural con formaciones geológicas y acentuaciones místicas que llama poderosamente la atención.
La magia se apodera de la mañana y amanece en el Parque Nacional Canaima en la Gran Sabana venezolana. Hay buen clima. A lo lejos se pueden divisar perfectamente las particulares mesetas Tüpü, llamadas así por los indígenas pemones. Su traducción al español es Morada de los Dioses, aunque son conocidas mundialmente como Tepuy, una adaptación del nombre indígena.
Los Tepuyes son pedazos de tierra que “sobrevivieron” a la erosión, muchos de ellos aún son desconocidos por la ciencia, algunos poseen cuevas intactas jamás exploradas por el ser humano. “Antiguos suelos” de nuestro planeta que aún no conocemos.
Las montañas con cima plana sobresalen a la vista y asombran reposando en uno de los límites del pulmón del mundo, la selva amazónica. Está clasificado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Viejas formaciones
Las hermosas montañas “cortadas” datan de hace 2000 y 1600 millones de años, convirtiéndose en las formaciones expuestas al aire conocidas, más antiguas de todo el planeta. Científicos han revelado que las rocas más viejas se encuentran en la isla de Baffin en Canadá con una aproximación de 4.500 millones de años, pero, se encuentran en el subsuelo, formando parte de otra clasificación.
Los Tepuyes, a la vista de todos, datan de la Era Precámbrica, la primera etapa de la composición de la tierra. En sus cimas encontramos partes del cuarzo que alguna vez cubrió ciertas zonas del planeta y que poco a poco se fue erosionando.
Aunque la mayoría de ellos (unos 115) se encuentran en el estado Bolívar, al sur de Venezuela, los Tepuyes rompen las fronteras venezolana, brasileña y guyanesa. Entre las formaciones más destacadas se encuentra el Auyantepuy, donde se forma la catarata de agua más alta del mundo, el Salto Ángel.
En la parte brasileña del paraje, en el estado Amazonas, encontramos el Neblina Tepuy, el más alto de todos los Tepuyes. Es además, el punto más alto de todo Brasil y una de las referencias que marcan la frontera carioca.
Un tesoro natural que nos regala el planeta, un destello de cómo fue alguna vez el sitio donde hoy convivimos los seres humanos, y por supuesto no sólo un tesoro natural: estas formaciones están rodeadas de esoterismo e historias.
Misticismo y orígenes según la cultura Pemón
Existe un mito de los indígenas pemones que explica el origen de los Tepuyes, cuentan que “se trató de una disputa entre el primer Pemón, Makunaima y uno de sus compañeros, Ma´nápe”.
La historia nos explica que “todos comían y se alimentaban de un gran árbol llamado Wazacá, cuando de repente Ma´nápe decidió cortarlo, lo que desató una gran pelea, pero finalmente, Ma´nápe logró tumbar el gran árbol que al caer formó el primer Tepuy, el Roraima”.
La fábula dice que “del corte de aquel árbol comenzó a salir gran cantidad de agua que inundó toda la tierra”.
Por otro lado, esotéricos señalan a varios Tepuyes como “importantes” dentro de “la conexión con el resto del universo”, sugieren que “la presencia de cuarzo y sicilio aumenta los niveles de energía y ayudan a abrir portales”.
Por mencionar algunos detalles, defienden que “en el Tepuy Roraima se encuentra uno de los 13 discos de poder del tiempo “, mientras que afirman que “el Kukenán Tepuy está rodeado de energía oscura y tenebrosa”. Comparan los “niveles de energía espiritual presentes en la zona”, a los niveles hallados en Mount Shasta, California; el “Mecanto de las selvas de Paititi” (Bolivia, Perú o Brasil) o el Lago Titicaca, entre Bolivia y Perú.
Es importante destacar que muchas de estas creencias esotéricas están íntimamente ligadas a los relatos de los indígenas pemones, denominados por estas corrientes de pensamiento como “cuidadores de Tepuy”.
En última instancia y sin ánimo de especulaciones, a lo largo de los años se han dejado escuchar muchísimas historias de turistas que admiten haber visto ovnis muy cerca de la cima del Roraima. Sin duda, una misteriosa zona geográfica que seduce a más de un esotérico.
Visitas y restricciones
Ya sea por la belleza natural, la riqueza geológica, o mística, los Tepuyes son lugares únicos en el mundo. Sin duda, muchos de nosotros desearíamos poder visitar estas extrañas formaciones montañosas, sin embargo, poder visitar todos los Tepuyes no es posible, principalmente por dos razones: el difícil acceso a éstos y la legislación venezolana, que los protege.
No obstante, el Parque Nacional Canaima está abierto a turistas de Venezuela y el mundo que cada año visitan sus hermosas cumbres como la de Roraima o el más visitado, el Auyantepuy. En este parque existen muy pocas vías terrestres por lo que la mayoría de los recorridos se hacen en canoas (barcazas) o a pie. Aunque también existen algunos servicios de recorridos turísticos aéreos (avionetas y helicópteros), más costosos.
La figura de “monumentos naturales” presente en las leyes venezolanas es uno de los mecanismos utilizados por el estado para protegerlos. Existen casos como el del Kukenán Tepuy, mencionado líneas atrás, que se encuentra protegido estrictamente desde 1997 mediante un decreto que prohíbe a cualquier persona escalarlo. De igual manera, al tratarse de un Parque Nacional existe una serie de normativas a cumplir para su conservación.
Las “entradas principales” a este inhóspito espacio se encuentran en Ciudad Bolívar y en Ciudad Guayana, desde donde parten la mayoría de los tours que van hacia los Tepuyes. Visitar la Laguna de Canaima, el salto del Sapo; el salto Torón Merú; el salto Kama Merú, la quebrada Kako Paru (Jaspe) o el salto Kukenán, son lugares muy atractivos.
Pero quizá lo más importante para dirigirse a la zona es ser consciente de que este territorio pertenece y ha pertenecido durante siglos a los pueblos originarios: Yanomamis y Pemones principalmente. Es por ello que al adentrarnos en la zona de Tepuyes, nos adentramos en la casa de estos indígenas, quienes desde hace siglos han mantenido casi intactas “las arrugas de nuestro planeta tierra”.
Fotos RNW