La crisis financiera mundial que se desencadenó en 2008 comenzó a amainar en sus más perjudiciales efectos el último año. Lo peor pareciera que ya pasó, y el 2014 será mejor para las economías desarrolladas. Los entendidos hablan de que resta tiempo más para salir de la tormenta, sobre todo, en Europa en donde su competitividad se ha deteriorado y el desempleo sigue siendo muy alto. Las cosas, sin duda, estarían volviendo a su cauce lentamente, no sin haber dejado duras e importantes secuelas.
En la OMC, recientemente se alcanzó un acuerdo sobre temas que estaban en discusión desde hace varios años. La Ronda de Doha, iniciada en 2001, se encontraba atascada en virtud de desencuentros en materias como los subsidios a las exportaciones agrícolas.
Países como EEUU, los europeos, Brasil e India, entre otros, no lograban ponerse de acuerdo sobre este asunto. Como se sabe, en Europa las subvenciones son muy altas para aquel sector, lo cual da determinantes ventajas competitivas a sus productos en el mercado mundial.
El acuerdo alcanzado en la IX Conferencia Ministerial de la OMC, llamado “Paquete de Bali”, sobre facilitación del comercio, acceso a mercados, seguridad alimentaria y subsidios, ha sido catalogado de “histórico”, y para su Director, Roberto Azevedo, las decisiones tomadas de consenso constituyen una etapa importante para la consecución de la Ronda de Doha. Y sin duda, dan confianza a la organización y sus 160 miembros. Fueron muy activos allí 2 grupos: G-33 (Indonesia) y el G-20 (Brasil). Otros, lamentablemente, pusieron la nota discordante como son los casos de Venezuela y Cuba.
Siendo razonablemente optimistas, el resultado de esta reunión crea un ambiente propicio a la apertura de una nueva fase de profundización de los principios y disciplinas establecidos en el tratado originario de Marrakech. No obstante, dependerá, sobre todo, de los más poderosos en el comercio mundial que pueda encaminarse de esa manera. Debe apostarse a ese propósito, si se desea que la organización se fortalezca.
En el espacio americano, el año 2013 nos coloca en una dinámica interesante por las variadas opciones que nos ofrece hacia el porvenir inmediato.
Desde EEUU, están marchando 3 iniciativas: La Asociación Económica Estratégica Transpacífica, el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea y una propuesta para América Latina. En una estrategia tous azimuts, el gobierno norteamericano está apuntando en varias direcciones a la vez. Con Europa comienza las negociaciones pronto; hacia el Pacífico, varios países forman parte de TPP incluido Chile, desde 2006, y están negociando ingreso México, Perú, Australia y Vietman. En el caso de América Latina, según lo expresado hace pocos días por el Secretario de Estado, John Kerry, se iniciarían conversaciones a los fines de ampliar el TLCAN (EEUU; CANADA y MÉXICO), idea que de alguna manera subyacía en el torpedeado y abandonado ALCA.
El Acuerdo del Pacífico (AP) ha seguido su curso, y además de CHILE, COLOMBIA, MEXICO y PERÚ, se están incorporando a él, COSTA RICA, PANAMÁ y ESPAÑA. Criticado por los “albanos” como una suerte de caballo de troya del imperialismo capitalista, constituye un bloque moderno muy promisorio atractivo.
En cuanto al problemático MERCOSUR, a pesar del desarrollo que se reconoce alcanzó en gran parte de sus años de existencia, hoy muestra señales fuertes de agotamiento y estancamiento. El fracaso en no haber logrado crear un mercado común, la reaparición de políticas proteccionistas y los desencuentros entre sus miembros, están afectando su marcha. Con la UE no termina de cuajar un TLC que empezó a negociarse hace 14 años, y que recientemente volvió a sufrir una postergación. La política económica que sigue Argentina, sin duda, luce como un duro escollo a tal proyecto.
Desde Venezuela, se pretende seguir insistiendo en esquemas de cooperación, que no de integración, financiados por el petróleo. Pero el agravamiento de las dificultades económicas de nuestro país se está convirtiendo en un obstáculo para el derroche clientelar de la petrodiplomacia, lo cual hace avizorar el fracaso, por inviable, de proyectos como el de levantar una zona de complementación económica entre pequeños países entre sí (los de la ALBA y Petrocaribe) y con países de mayor desarrollo como los de un Mercosur, que como apuntamos más arriba, se encuentra en problemas.
La interdependencia global seguirá su consolidación, a pesar de las dificultades aun presentes en la economía planetaria. Los países que comprendan esa realidad en todas sus dimensiones, podrán aprovechar las oportunidades que ofrece incorporándose de manera pragmática e inteligente. El libre comercio en el mediano y largo plazo siempre produce crecimiento económico. Los que se aferren a ideologías antediluvianas y fracasadas, serán dejados a la cola del progreso.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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