La edad contemporánea va desde la revolución francesa hasta actualidad. Sabemos que los ilustrados, Rousseau, Montesquieu, Voltaire, promovieron una sociedad libre de divisiones (igualdad), plural (libertad política) y solidaria con las clases populares. Después de la guerra de los siete años (Tratado de París/1763), una Francia derrotada, con cosechas devastadas y en bancarrota, vio emerger una nueva clase (la burguesía), que dio lugar al tercer Estado representado por “los comunes”. Los burgueses presionaron duplicar su voto en la AN y conformaron una Asamblea Constituyente, que a la postre era la única respetada por las clases populares. Con la insurrección agraria denominada La Grand Peur (el gran miedo), se abolieron servidumbres, títulos nobiliarios, y diezmos reales (mientras militares permanecían neutrales sin defender al Rey). Se crearon nuevos ayuntamientos populares y el tema terminó en la declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano, postulados aupados por el abate Sieyes más Mirabeu, Lafaye-tte y Bailly, representantes de la alta burguesía. Dicha declaración es hasta nuestros días, la base del Estado de Derecho, democrático y nacional, y de los derechos naturales e inalienables del hombre. La independencia de los pueblos del mundo, nació de esta inspiración…
La humanidad, la modernidad, en fin, la sociedad pop, han comprendido que no hay libertad sin productividad ni bienestar económico. Sin clase corporativa no hay Estado posible… El tercer Estado nació de la mano del pueblo y la burguesía, una clase agraria, industrial o comercial-hacedora de cambios -que hoy es satanizada por falsos ideales populistas y comuneros. El sentido progresista de la revolución francesa no ha llegado a Venezuela. Un liderazgo alternativo fresco, tiene la responsabilidad de avivar el sentido laborioso del venezolano, persuadiendo sobre la maldición que anticipó la sociedad Orwelliana(Oceanía), en la que el autor británico advierte los elementos irresponsables de la izquierda, concibiendo “una masa de gente marginada que vive atemorizada y aislada de la política: los proles”.
La libertad de los modernos comporta el reconocimiento de una clase propietaria, privada; actitudinalmente industriosa y emprendedora, sin la cual lo que queda es un Estado ausente: mecanizado, sin espíritu creador; cargado de dogma, autoritarismo y trivialidad… El reto de MC, Capriles y López es promover sin complejos una nueva revolución cultural que acabe con los proles… Es recuperar el sentido libertario de la competitividad, sacando a los venezolanos del lerdo pedigüeño y la utopía igualitaria. Y es denunciar -sin tregua- el Estado-social totalitario y las agallas de sus depredadores. No pido más.