En Venezuela no escapamos a la realidad en la que la preferencia sexual, al igual que el color de la piel o la posición social pueden ser motivos suficientes para la descalificación, la discriminación, el rechazo o hasta la agresión física y verbal.
Eduardo Salazar de Peñaranda/RNW
Hace ya algunos meses, en Chile, por tener novio y no novia, un adolescente de 16 años de edad fue asesinado por neonazis (grupo de personas que siguen apoyando y promoviendo las ideas del nazismo tras la Segunda Guerra Mundial).
Fue golpeado por otros chicos hasta dejarlo sin aliento; sus padres desconsolados no se explicaban cómo le habían arrebatado la vida a su hijo sólo por ser homosexual. O lo que es lo mismo, “maricón” en Bolivia y otros muchos países o “pato” en Colombia.
En Venezuela, no nos escapamos a esa realidad en la que la preferencia sexual, al igual que el color de la piel o la posición social pueden ser motivos suficientes para la descalificación, la discriminación, el rechazo o hasta la agresión física y verbal.
Recientemente, he recibido en mi escritorio, denuncias de distintos jóvenes que sufren el acoso de sus compañeros de trabajo, sólo porque no les gusta Carolina sino José, en el caso de los varones… en el de las féminas, que pareciera causar aún más escándalo, por preferir a Julia que a Carlos.
Sí, lo normal es oír que a Juan le da morbo que su chica ligue con otra, por un machismo que aflora desde todos lados – que inicia en la familia – , pero jamás lo verían como algo natural. En un país lleno de Misses, quién pensaría que entre ellas juegan más que a las muñecas. ¡Semejante aberración, sólo en Sodoma y Gomorra!
He mencionado que comienza la homofobia en el núcleo familiar, pues desde muy pequeños a los niños se les dice cosas como “el novio de todas”, o “la cocina es para las mujeres”… o, y esto puede sonar enfermizo: “la mujer es de un solo hombre”.
Padres y madres, por desconocimiento quizá, condicionan a sus hijos a ver gran parte de la vida de una manera “normal”, todo lo demás que no esté al alcance de sus cosmovisiones, es “anormal o prohibido”. Y la senda del machismo que tantas consecuencias negativas trae para nuestra sociedad, se origina en la casa, después se ratifica en la escuela con currículos de educación que también favorecen a marcar las características diferenciales que “deben” privar entre hombres y mujeres, cuando lo que tiene que importar es el intelecto y no si se usa azul o rosado, o se lleva el pelo largo o corto.
Y no sólo en el área laboral se escuchan las quejas por homofobia, sino que además hay cabida para éstas en calles, en lugares nocturnos, y hasta en instituciones. Muchos son los que creen aún que ser gay es igual a estar enfermo. Algún problema psicológico, por ejemplo. Algo parecido ocurre con el desprecio a un individuo por ser negro, o musulmán… Lo que deja claro que la ignorancia es una de las razones por las cuales nuestros países latinoamericanos no se elevan en el progreso prominente que les ofrecen sus tierras ricas en minerales, y otros atractivos como los turísticos, o de producción agrícola gracias al clima.
A veces, la manera de pensar nos sume en el atraso, y por ende, creemos en cuanta cosa nos dicen, incluyendo a aquellas que la Iglesia, descabelladamente y sometida a intereses políticos suelta a sus fieles, produciendo resquemor en la sociedad, despertando el repudio colectivo y, hasta guerras.
Quizá por todo lo anterior, en Venezuela hay muchísimas leyes, pero la Providencia olvida los derechos que tienen las personas que deciden mantener una relación afectiva con alguien de su mismo sexo. Eso sí, tienen los mismos deberes. ¿Impresionante, no?
En distintos foros por internet, se alega que los gays, lesbianas, bisexuales, travestis o intersexuales, en adelante, grupo GLBTI, pueden hacer su vida en Caracas, sin ningún problema. O en Valencia o Puerto Ordaz. Que nada los detiene. Incluso, pueden disfrutar de discotecas diseñadas sólo para ellos, denominadas de “ambiente”. O sea, en todo caso, cuentan con un hábitat. En Plaza Francia de Altamira, ya se les puede ver tomados de la mano, a ellas y a ellos. Pero, ¿qué ocurre si se dan un beso en un restaurant? Los sacan, como animales.
Hace un poco más de un año, estaba yo en un lugar llamado El Naturista, en La Castellana, acompañado de unos amigos españoles y otros compatriotas, al rato dos de mis amigas (lesbianas) comenzaron a bailar y nos pidieron, de inmediato, desalojar el lugar… pues según los camareros y encargados la pareja no se comportaba de forma “apropiada”. Una de mis amistades extranjeras, se molestó pero no tuvimos una opción más pacifica que retirarnos.
Ellas pagaban igual que el resto, consumían bebidas alcohólicas igual que los demás, podríamos aseverar hasta que eran “normales” como todos los que allí estaban, en cuanto a vestimenta, look y maneras de actuar. Sufren y padecen como cualquier otro ser humano, la única diferencia es que se aman entre mujeres, lo que al final de cuentas se resume a lo siguiente: ¡amor!, y el amor, no sabe diferenciar entre penes y vaginas.
Muchos de los problemas que tenemos en Venezuela y el resto del sub continente suramericano, obedecen a la ausencia de educación adecuada, al respeto y dignificación de la población en general y a la igualdad.
Justamente, en su discurso de este miércoles, el Presidente Nicolás Maduro, a través de los canales de TV, en el seno de la Asamblea Nacional, indicó que todos debemos vivir en Venezuela en sana paz y buena convivencia.
Prontamente, la asociación de GLBTI Venezuela Igualitaria llevará al Parlamento una propuesta de Ley de Matrimonio Igualitario, con el respaldo de más de 40 organizaciones y con una recolecta de al menos 18 mil firmas de ciudadanos que piden se les conceda a las parejas homosexuales a participar activamente y con protagonismo dentro del Estado de Derecho y de Justicia, cónsonos con la Constitución, el Plan de la Patria, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, y los Principios de Yogyakarta.
¿Será entonces que los diputados y el Estado velarán por los derechos de todos por igual? O se seguirán vulnerando a una gran parte de la población. El Ejecutivo gozará con una oportunidad de concatenar sus discursos y acciones.
Para terminar, rescataré lo que vengo diciendo, esto de la discriminación sexual, racial o social es un problema de familia. De valores, y hasta de religión. Cómo se puede pensar que Dios (de existir) señalaría a uno de sus hijos por enamorarse de otro de sus hijos, cuando bien seamos rubios, delgados o altos estamos sin importar el género hechos a su semejanza.
Y ya no nos creemos el cuento de que es una enfermedad, o está mal hacerlo porque es un delito o un acto abominable y contra natura, quién así lo crea, por favor, al menos en la Biblia buscarme en qué parte se reseña que es pecado amar libremente… y enviármelo al twitter @EduSalazarU
Desde estas trincheras abogamos porque todos los que residimos en este territorio; rojos, opositores, gays, heterosexuales, negros, o los ricos y pobres seamos contados como venezolanos, sin discriminación.