“California”, “Tsunami”, “Revolución”, son las variantes que se ofrecen en un menú colgado detrás de un pequeño mostrador. Por seis euros el gramo, los asistentes, todos miembros de clubes de consumidores de cáñamo índico, pueden reabastecerse de las hojas a su gusto.
A pocos pasos de ahí, un pequeño grupo se reúne para una degustación alrededor de una mesa sobre la cual enrollan los porros, o canutos, o preparan las pipas para marihuana, para luego anotar sus resultados en una serie de fichas.
Los cultivadores prepararon para esta cita de San Canuto –por el canonizado rey de Dinamarca, mártir, asesinado en 1086–, que comenzó el viernes, muestras de cannabis cuidadosamente empaquetada en bolsitas de plástico transparente.
Médicos, bioquímicos y algún economista, además de los simples fumadores por placer, acudieron a la cita. Algunos de los expertos hicieron el viaje desde Alemania, Austria o Francia.
“El día de San Canuto se celebra a nivel nacional y está dedicado a la reivindicación de los derechos de los usuarios del cannabis, derechos como no tener la obligación de acceder al mercado negro o tener información sobre las sustancias que cosumimos”, explica José María Alonso, presidente de la Asociación de Cannabis Medicinal de Fuerteventura (ACMEFUR), uno de los organizadores del encuentro.
Si bien la ley española prohíbe la producción de droga para su venta y la posesión en lugares públicos, tolera según criterios preciso su uso en privado, entre personas mayores y sin ánimo de lucro.
Así florecieron decenas de clubes en todo el país, ofreciendo una alternativa a los consumidores que prefieren evitar el mercado clandestino y beneficiándose de esa manera de una relativa protección legal.
“Estamos en un punto en el que sabemos que si nos unimos podemos provocar un cambio”, dijo a la AFP Ibai Ateka, portavoz de la Federación de Asociaciones Vascas de consumidores de cannabis, quien precisa que su objetivo es “lograr que en el marco de la legislación española actual podamos seguir cultivando” el cáñamo índico.
AFP