Nan Wise es una terapeuta sexual y candidata al doctorado en neurociencia cognitiva en la Universidad de Rutgers. Es una mujer de 56 años con un gran sentido del humor que ha decidido tomar en sus manos la difícil tarea de investigar la joya de la corona de la corteza somatosensorial del cerebro humano: el orgasmo femenino.
Su (heroico) trabajo de doctorado busca comprender las implicaciones clínicas en el tratamiento de dolores pélvicos en mujeres al igual que en disfunciones sexuales femeninas como la anorgasmia (ausencia de orgasmos) y los dolores en la penetración (dispareunia), además del bajo deseo sexual y otros padecimientos que afectan tanto a hombres como mujeres.
Para Wise, a pesar del enorme avance hecho en el siglo xx para hacer un esquema funcional de la anatomía interna del clítoris (que incluye trabajos como el de una de sus colaboradoras más notables, la doctora Beverly Whipple, responsable de dar nombre al famoso punto G), la corteza somatosensorial es en realidad un misterio por descubrir; un continente oculto cuyo mapa puede encontrarse en las placas de resonancia magnética (fMRI) tomadas a numerosos sujetos de prueba (incluyéndola a ella misma) mientras se estimulan hasta alcanzar el orgasmo.
Wise se ha masturbado en el interior de los incómodos tubos de resonancia más veces que ninguna otra persona en el planeta, y ha tenido orgasmos a través de estimulación directa del clítoris, orgasmos a través de estimulación de las paredes vaginales, de estimulación cervical e incluso orgasmos inducidos exclusivamente a través del pensamiento. De esta curiosa habilidad, Wise escribe: ”Podía llevarme al orgasmo con el pensamiento sin ninguna estimulación física incluso antes de comenzar a estudiar el sexo. Atribuyo esta habilidad a los muchos años de intenso estudio de yoga.”
Entre muchos otros preparativos que podrían parecer poco sexies (como el tener que limpiar las sábanas de la sala al final de cada día de estudio, además de asistir a las parejas de participantes que acceden a donar diariamente sus orgasmos a la ciencia), Wise también debe ayudar a colocar en posición lo que llama “el casco feliz de Hannibal Lecter”, un dispositivo ortopédico que estabiliza la cabeza de la participante mientras está dentro del escáner.
Estabiliza es un eufemismo para inmoviliza, pues el casco feliz evita que la cabeza se mueva del todo, a pesar de las involuntarias convulsiones que trae consigo cada orgasmo, y que se manifiestan con diferentes intensidades en cada persona. Para darnos una idea de la dificultad de este trabajo, Wise afirma que “si durante el curso del escaneo la cabeza de la participante se mueve más de dos milímetros (lo que corresponde al grosor de dos monedas), la data se vuelve ruidosa y no fiable.”
¿Estarías dispuesta a donar tus orgasmos en favor de la ciencia, aunque implicara masturbarte con un dildo sin poder abrir demasiado las piernas mientras estás dentro de un estrecho tubo que hace un ruido ensordecedor a tu alrededor? Si lo estás, probablemente compartas el espíritu científico y la vocación por comprender el mecanismo del placer de la doctora Wise y sus colegas.
Fuente: Avantsex