Si alguien está persuadido que su supervivencia en el poder, depende de dar un vuelco al manejo económico, es Nicolás Maduro. No necesita ser un letrado para comprender que la gobernabilidad en un país acostumbrado al clientelismo, depende más de la capacidad de repartir y cumplir expectativas fáciles, que implementar la mejor de las políticas criminales. Y esa es nuestra tragedia-nación, pero también lo es la del Estado-Gobierno, que poco o nada cuenta con el petróleo para hacer milagros.
30 ministerios y 111 viceministros acumula la nomina del poder central. Una burocracia insostenible e inoperante, para una tesorería que registra una deuda externa que pasa los 145B$, más pasivos incalculables de deuda interna (Pdvsa sola adeuda 45B$), teniendo el BCV reservas por 20B$ y menos de mil millones líquidas. No hay precio del crudo que contenga una inminente quiebra del Estado y con ello de la revolución, por lo cual no queda más que tender puentes con los sectores productivos o terminar de desaparecerlos, para controlar todos los ámbitos del Estado. En el primer escenario: abrir la economía, flexibilizar el control de cambio (lo que hicieron fue devaluar torpemente) y favorecer la producción mediante un giro en la política de control de precios, respetando la propiedad privada, lograría un mínimo de estabilidad. Sería el camino real hacia la legitimación de Maduro, quiero decir, un proceso de diálogo y consenso, si lo desean utilitario, que permita atajar el caos y el colapso. La otra ruta -con la que parece coquetear el gobierno- de corte autoritario e interventor, evidenciado en Leyes de Control de Ganancias, cárcel por deuda, amenazas persecutorias, devaluación sistémica, cierres, ocupaciones, reburocratización y monopolio oficial de las importaciones, lo que alimenta es la inflación, la escasez y la especulación, y a partir de allí no queda más que desempleo, inestabilidad, descontento, protesta, confrontación y, en conse cuencia, implosión.
Maduro debe convertirse en el ala liberal del movimiento chavista. Pensar que un anillo de cubanos, un cortejo militarista y miliciano, políticas “giordanas” enfocadas en vigilancia, planificación centralista, rentismo petrolero y apaciguamiento, más el recuerdo de Chávez, lo mantendrán libre de una fuerte reacción popular e incluso de conjuras (más desde el mismo PSUV que adversarias), es labrarse un futuro muy parecido al que vivió el propio comandante en el 2001. La diferencia es que Chávez tuvo mayor margen de maniobra, más recursos, y mayor cohesión en sus filas; con una oposición fragmentada y, a fin de cuentas, con preferencia de los sectores populares, que recién comenzaban a sentir los “privilegios” del empoderamiento incluyente del denominado proceso. Pero Maduro se encuentra en una posición mucho mas frágil en cada uno de esos aspectos, sumándole el agravamiento incontenible de dos variables vitales en la agenda del venezolano (de todo target): i.-La estabilidad económica y ii.- la violencia… Mucho se equivocan quienes piensan que nuestras barriadas, campesinos y lugareños, permanecerán impasibles al fuerte golpe al bolsillo y a la paz social, que ha ocasionado la política de desmantelamiento y miedo del gobierno. Porque son ellos -los pobres- quienes pagan más muertos en manos del crimen y sufren la miseria, aunque hoy en Venezuela ni un ministro blindado y escoltado, ni una mujer con sus niños, están a salvo de nada. Vamos de último en la lista de países con rendimiento económico, transparencia e inflación, y de nariz en homicidios, secuestros, corrupción y despojo (4MM de hectáreas expropiadas, 8 mil industrias al cierre, 300 mil empresas cesantes), ubicando a Venezuela en el rango de “democracias ficticias” por HRW/DDHH (El Universal 22-1-14). La militarización (a la cubana) de nuestra sociedad es otro primitivismo contrario a nuestros valores civilistas, que no dudo la mayoría de los militares que integran nuestras FFFAA, ven con indignación y estupor.
La oposición, por su parte, debe reorganizarse, reintegrarse y reinventarse. LA MUD debe cesar. PJ, VP, Vente, AD, UNT, MAS, Bandera Roja y todos los sectores políticos deben firmar un nuevo consenso de unidad de propósitos, no de unidad electoral, que contemple la consolidación de una red de liderazgo aguas abajo: constitución de sedes, trabajo de calle, tanto de protesta como de orientación ciudadana, integrando sectores medios, empresariales y vecinales con sectores populares. Este trabajo de amalgamamiento no se ha hecho en los tres lustros de Chávez. Y en este escenario el chavismo aventaja, sabemos que con los recursos del Estado. Esa es la lucha a fondo que hay que dar…Por cierto, la alianza de María Corina y Leopoldo, ¡es un matrimonio político perfecto!
Maduro sabe que debe girar el timón. Pero aun no haciéndolo, si la oposición no da su propio golpe de eje, aquél se mantedrá en el poder, no con el recuerdo de Chávez, sino con el presente de lo que no-ha-sabido ser la oposición.
@ovierablanco