El tándem cinematográfico compuesto por el director Martin Scorsese y el actor Leonardo Di Caprio sabe elegir muy bien a sus personajes. Llenos de matices y complejidades, todo adquiere aún más color cuando la ficción agrega lo suyo. Ya ocurrió con la película “The Aviator” que perfiló al excéntrico Howard Hugues y la historia sigue con “Los infiltrados”, “Gánsters de Nueva York”, entre otras. Ya llevan 12 años juntos y 5 películas ultra taquilleras, publica Infobae.
Esta vez dice la versión oficial de la película “El lobo de Wall Street” que está inspirada en la vida del corredor de bolsa neoyorkino Jordan Belfort, incluso a él se le otorga el rol de ser quien conduce a través de sus recuerdos, el relato del filme.
Pero hace pocos días la revista Time instaló la polémica al decir que en realidad la verdadera figura en la que se inspira el filme con un Leonardo DiCaprio ataviado en trajes entallados y elegantes -más propios del estilo Belfort- es en la figura de Carl Icahn.
Actualmente Icahn no sólo es el hombre más rico de Wall Street, sino quien impuso un estilo a la hora de hacer negocios: entra a empresas globales estratégicas cuando éstas están en la racha negativa y desde allí no para hasta quedarse con las acciones mayoritarias. Además tiene un fuerte espíritu de management, no se mete en empresas que no le interesan cómo son administradas.
El chico Belfort
Belfort se hizo multimillonario muy joven, a los 26 años, y fue enviado a prisión por manipulación del mercado de valores y lavado de dinero, entre otros cargos. Perdió US$200 millones de quienes entre incrédulos y conducidos por la avaricia invirtieron en acciones basura que él mismo sugirió.
Sin embargo y a pesar de los traspiés hoy a los 54 años es un consultor de lujo, sobre todo debido a su conocimiento desde adentro del mundo bursátil.
En cambio el perfil de Carl Icahn es políticamente correcto pero el análisis de su conducta empresaria también deja ver su alma de “lobo”.
Para muchos expertos el verdadero apodo de “lobo de Wall Street” lo merece Carl Icahn, hoy considerado el accionista-activista más famoso para el mundo financiero. Sobre todo por su obsesión y su influencia sobre la gigante tecnológica, Apple.
Icahn se caracteriza por participar como accionista en las empresas más importantes del mundo y luego desde allí hacer plataforma para decidir sus destinos, influir en otras empresas y gobiernos. Allí su arte , habiéndolo practicado en el conglomerado de la comunicación Time-Warner; Nabisco, la petrolera Texaco, Marvel Comics; y en las reestructuraciones de Eastman Kodak, Blockbuster y la aerolínea TWA.
Como explicó Rana Foroohar en la revista Time, Icahn cuando decide ingresar a una compañía se piensa desde un doble papel: “como accionista-activista”, agitando juntas, influyendo en el gobierno y también – a pesar de los incrédulos- en pos de desarrollar un empresariado más responsable en los Estados Unidos “.
Según la perspectiva de Icahn, las compañías -particularmente Apple- no son bancos, entonces no deben tener grandes ahorros de dinero. En realidad, deben devolverle dinero a los inversores, creando así un círculo virtuoso y aumentar el precio de las acciones.
Ahora si bien la postura de Icahn suena razonable y bajo la lógica de los negocios inteligentes actuales, entonces, ¿por qué merece el título de “lobo” al igual que Jordan Belfort?
Los expertos del mercado aseguran que la manera que él usa para provocar las recompras en las compañías en las que él tiene interés es agresivo y vil. Y que en realidad invierte su dinero para aumentar su propia influencia. Nada nuevo en Wall Street.
Apple y Twitter, según Icahn
Invertir su dinero en tiempos negativos es rutina para Icahn. En 2007, Shawn Tully en CNN Money indicó que Icahn era un inconformista ideal. Y el propio Icahn declaró “el pensamiento por consenso es equivocado. Si se sigue una tendencia, el ímpetu le abandona”. Por eso, él gasta su dinero en las firmas que no están en la picota.