Por parte del oficialismo, lo ocurrido en Venezuela obedece a un intento de golpe de Estado, gestado por líderes de la derecha. Desde la acera de enfrente, dicen que los chavistas desencadenaron el caos para evitar que la población entera se sublevara.
La crónica ya estaba escrita. Algunos guardábamos la esperanza de terminar este miércoles 12 de febrero sin muertes que lamentar, pero el anhelo se disolvió con la sangre de 3 venezolanos, caídos mientras luchaban por sus ideales.
Alrededor de las 2 de la tarde, y hasta las 9 de la noche, Caracas estuvo tensa, y también otras ciudades del país. El susto se apoderó de nosotros y nos quitó lo desprevenido de sopetón, y caímos en cuenta en un minuto que las cosas no andaban bien, que el descontento caminaba a rienda suelta, y allí nos abofeteó la realidad: inescrupulosos, con uniformes o sin ellos, con capuchas o sin ellas, apuntaron contra los ciudadanos y de uno o dos disparos aterrorizaron a todo un país.
Pero el miedo también se supera. En pie de lucha se mantuvieron estos ciudadanos, quienes en su mayoría son estudiantes universitarios que se suscribieron al clamor de un pueblo que exige seguridad, productos básicos que actualmente escasean, menos inflación y por tanto capacidad de ahorro, en síntesis: una mayor calidad de vida.
Y continuaron en las calles, pasaron del oeste en Parque Carabobo al ayuntamiento mirandino de Chacao, al otro lado de la capital venezolana. Entonces, la desesperación y la incertidumbre cambiaron de sitio, y durante un par de horas entre consignas y cacerolazos de los vecinos, contrastaron perdigones y bombas lacrimógenas de guardias y militares que aseguraban debían mantener el orden.
Las cosas como son.
Los jóvenes se enardecieron, ya venían aupados por el dirigente político Leopoldo López y su par, María Corina Machado, quienes emprendieron una cruzada mediática denominada “La salida”. La oposición venezolana se hizo eco del llamado y aprovechó este Día de la Juventud en Venezuela, para salir a las avenidas caraqueñas a manifestarse “pacíficamente” en contra del gobierno de Miraflores.
La cordura se perdió. En el centro de la ciudad en horas de la tarde al ser asesinadas 2 personas por colectivos armados, la turba estudiantil se enardeció. El traslado de un punto a otro, caldeó los ánimos, y ante la misma respuesta de los grupos de seguridad irrumpieron contra la Magistratura y otros edificios de la avenida Francisco de Miranda, provocando la desestabilización de este barrio, y culminando la escena cuasi bélica con una persona muerta.
De quién es la culpa.
Por parte del oficialismo, lo ocurrido en Venezuela, 3 muertos y decenas de heridos, y otros tantos detenidos, obedece a un intento de golpe de Estado, gestado por líderes de la Derecha. Desde la acera de enfrente, la oposición tilda de apátrida a la guardia, y dicen que los chavistas desencadenaron el caos para evitar que la población entera se sublevara.
Quienes vivimos estos momentos, como en muchas otras oportunidades en los últimos 15 años, debimos correr al tiempo que pensábamos que esta faena era parte de vivir en un sub continente marcado por las revoluciones, quizá producto de la inmadurez política; o de los malos gobernantes; de los opositores desesperados por el poder o ciudadanos con sed de andar tranquilamente, abastecerse de leche, pan, harina o papel higiénico; o algo tan fundamental para cualquier residente de un territorio que no está en guerra: sentirse seguro, sereno y en paz.
El país que nos robaron
Los sucesos de este miércoles registrados en la Gran Caracas, Tachira, Mérida, Falcón o Nueva Esparta, no es algo que sorprenda. La devaluación del bolívar (moneda), la falta de alimentos esenciales en la cesta básica del venezolano, o las espeluznantes cifras rojas han hecho mella en la tranquilidad de este país, asimismo ha producido el descontento social. Eso se ve y se siente en cualquier supermercado, tienda, café o en una parada de autobús.
Por poner un ejemplo, al usar la terminal aérea en Maiquetía, y ver la poca cantidad de pasajeros, observar los duty free vacíos, o lo peor: al arribar a otra nación sin un dólar en el bolsillo o con muy poco que sólo alcanza para medio subsistir fuera, es cuando te das cuenta que Venezuela no marcha bien. Incluso, antes de salir ya sientes la claustrofobia. Una vez vuelves, te sientes en un círculo vicioso del que no sabes si hay escape.
La fuga de cerebros, es decir, la cantidad de chicos y chicas que han decidido emprender una huida voluntaria o provocada por la inestabilidad política y económica, es masiva. Basta con asomarse a las redes sociales y toparse con la cruda verdad: jóvenes no ven futuro en Venezuela y se van a Europa, otras naciones de América Latina o Estados Unidos, o en cualquier parte dónde al menos se les garantice crecer profesionalmente. Muy preocupante, irnos todos no es la opción, aunque a nadie se le puede pedir lo contrario cuando teme perder su vida.
El punto es que en este capítulo cruento y violento de la historia reciente de Venezuela se evidencia a un gran porcentaje de la población en desacuerdo con las políticas económicas y sociales que llevan a cabo quienes mandan en esta nación suramericana. Lo cual debe ser atendido.
Para cerrar la idea del título… Más allá de las culpas, o si estaba ya trazado por intereses de oligarquías criollas o potencias foráneas, es urgente sentarse en una misma mesa a trabajar en pro de la prosperidad y el bienestar de cada venezolano, ya sean adeptos a Nicolás Maduro o contrarios a su gestión. ¿Piensas lo mismo o estás en desacuerdo? Respóndeme a @EduSalazarU