La crisis dejó de ser estrictamente política. Lo fue esencialmente en 2001 y el paro petrolero, en 2002 y los sucesos del 11A o el 15-08-04 con el RR. También en 2007 y la reforma constitucional (que perdió el SI) y en 2009 con la enmienda (trucada) de reelección presidencial. La muerte del presidente Chávez -2013- produjo un vacío de poder que abrió un boquete jurídico por haberse sentenciado una ausencia relativa del cargo, que propició un orden de suceder inconstitucional. Pero a raíz de la victoria electoral adjudicada por el CNE al Sr. Maduro (14A-13), se inicia en Venezuela un proceso degenerativo en lo político y abrasivo por expansivo, en lo social, que solo el pueblo decidirá. Los políticos de ambos bandos (MUD-PSUV), perdieron la chaveta, o si acaso, siguen en lo suyo: pactando lo innegociable.
La duda de aquella “victoria” electoral del 14A, es una sombra que no se aparta de Maduro. El excanciller de impreciso alumbramiento, ha venido abortando autoridad en sus filas partisanas. Si le sumamos que la gestión de Maduro en los últimos 10 meses, ha llevado al país a una maxidevaluación sin precedentes y una inflación asfixiante, tenemos que lo político ha sido absorbido por lo social. Y las lealtades chavistas se desploman aceleradamente… La pregunta es si los venezolanos teníamos que esperar que la falta de maíz de trigo, arroz o leche, hiciera colapsar la paciencia de los rojos (y del pueblo en general) derrotando el miedo a separarse o socavando preferencias naturales. Bajo esa tesis, la protesta convocada por los estudiantes y la dupla López/María Corina, seria extemporánea e inoportuna. Pero veamos lo falaz de esa visión “política”.
La tolerancia y lealtad de un pueblo decepcionado/fatigado, que obedeció a Chávez y le dio su voto de confianza a Maduro, tiene limites y condiciones. No es infinita. En materia de estómago y trabajo, el pueblo es más sensible que en asuntos de la vida misma. Porque más se resiente la gente humilde por no comer o chambear, que estar o no en este mundo. Y llevamos casi un año de implacable deterioro de la calidad de vida, donde nada importa si soy marxista, socialista o liberal. El asunto dejó de ser la revolución. Nadie pasará hambre por ella, mientras los de arriba comen a rabiar. En este terreno, el Gobierno se desliza sin retorno, pretendiendo imponerse con medidas policiales sobre la economía. Y se le va de las manos la seguridad alimentaria. Esto ha ocasionado un desgaste exponencial de Maduro y su gabinete. Como ocurre en sociedades jóvenes e irreverentes, Venezuela -expresión viva de juventud contestataria-estalló en la voz de universitarios, que no claman otra cosa que respeto y oportunidades, porque ven claro que bajo el modelo que vivimos, no habrá integración social posible, ni futuro. A ese sentimiento de rebeldía y lucha, se unió un sector de la oposición, que tampoco concibe salidas de orden electoral, por razones que ya aburre repetir. Por cierto, a aquellos que hablan de no reeditar la historia, esta crisis no es la misma que la del 2001-2002. El tema es más profundo y mundano. Se ha desbocado la violencia y una lucha de clases, que no es retórica. Es cuerpo a cuerpo. Entretanto persiste el desabastecimiento, la corrupción y la impunidad. Un cuerpo a cuerpo de balas contra las ideas donde las ideas por cierto, no mueren. Pero hay persecución selectiva. Este cuadro para nada espera babiecadas políticas. Lo social rebasa la paja discursiva. La indignación no se pacta, ni se ataja. Es muy fácil para un imberbe de PJ decir que “lo primero es lo social y que la protesta debe esperar por los tiempos de Dios, que son perfectos”. Habría que responderle a estos cánticos de aparente racionalidad, “es la economía imbécil”, tal cual el expresidente Clinton le espetó al viejo Bush (ganándole las elecciones). Los únicos tiempos perfectos por eternos, serán los del chavismo en el poder, si la clase política de oposición-escurridiza-ignora #LaSalida que demanda la gente. Hoy la lucha es de abajo hacia arriba, no al revés.
Tenemos un gobierno quebrado y el país hecho polvorín. Maduro disminuido, se aferra a la opresión, porque no sabe negociar como lo hacia Chávez. Un país partido en diez donde no es Maduro vete ya, sino Maduro ya no das más. Un país gravemente enfrentado, que carece de actores políticos con capacidad de mediación. Y la protesta es la salida porque, ojo, no es una protesta solo en contra del Gobierno, sino contra todo un establishment político, que no supo entenderse y resolver. Partidos opuestos al régimen deben decir presente a Leopoldo y a las masas, so pena de sucumbir con éste. El que tienes ojos y lo vea, conservará vigencia. Son tiempos de masas, no de mesas. La nación se anarquizó y dijo ¡basta! Llamar a la gente a que se vaya a casa y espere nuevas convocatorias (sin ver siquiera Globovisión), es corto y pusilánime. Si esa oposición no comprende la lucha de calle, pues no vuelvan a llamarla a votar, porque lo menos que le harán, es la señal de costumbre.
@ovierablanco