Los repudiables hechos de violencia que el gobierno inició el pasado 12-F, al atacar mortalmente a manifestantes, conmocionaron al país y al mundo. Además, tocaron la fibra más sensible de la juventud y fortalecieron el perfil de la protesta estudiantil. Desde entonces, la protesta comenzó a popularizarse y hacerse nacional. Cada día se suman a ella trabajadores, profesionales, campesinos, amas de casa, intelectuales y artistas. Todos los estados, al unísono, resisten a la violencia institucional de la FANB, la PNB, del SEBIN, de las bandas enmascaradas y armadas de paramilitares financiadas por el gobierno, que se hacen llamar colectivos.
Al parecer, Nicolás Maduro pudo provocar estos dolorosos hechos para esconder el agudizamiento de su crisis político-económica y la hiperinflación en ciernes. En fin, para evadir responsabilidades y endosárselas a la oposición. Ciertamente, después de dispararle a la manifestación de estudiantes el 12-F, invoca a sus fuerzas perversas y se lanza en represión criminal, a culminar la total aniquilación de vidas y al derecho a la protesta.
Nicolás Maduro hizo cálculos y creyó que las circunstancias le ayudarían a consolidar su intención. Y con el pretexto de defender a la “revolución”, no solo utiliza indebidamente las armas institucionales, sino que añade el uso de paramilitares para intentar intimidar y exterminar, bajo terror, al pueblo opositor. Pero nunca se imaginó que se iba a encontrar con un pueblo decidido a luchar por sus garantías constitucionales.
Para ello, el fasciocomunismo chavista-madurista, bajo estrategias diseñadas por la guerra sucia y psicológica, fue creando e internalizando paulatinamente durante 15 años, en el inconsciente de sus seguidores falsos positivos y motes despectivos contra disidentes y opositores. Para así, de manera calculada, destruir la admisión a la tolerancia, la diversidad política y la capacidad de convivencia del venezolano. De esta manera, seguidores, militantes del PSUV, soldados, guardias, policías y paramilitares, entrenados bajo la perversidad del régimen cubano y la doctrina del odio de la corrompida cúpula roja, es inducido a ver al opositor como enemigo y no-persona, porque bien merece el repudio bajo los estigmas de escuálido, majunche, apátrida y fascista.
Pero allí en la calle, está la muchachada estudiosa del país acompañada por sus padres. Padres y Madres que como trabajadores honestos, han enseñado a sus hijos a defender las libertades democráticas, a amar a todos los venezolanos sin distinción de raza, credo, política o status socio-económico. Para que sin reparos, puedan reconocer a todos como personas dignas de vivir en el país, sin segregación ni exclusión. Y todo, para que nunca caigan en la trampa ni en el engaño de ideas decadentes ni que jamás lleguen a aplaudir la destrucción del país ni al tejido social que conforma la idiosincrasia del venezolano.
Ahora, el pueblo integral y completo se une en nación, para exigir sus libertades democráticas, el cese de la hipocresía, la manipulación y la demagogia gubernamental. Este mismo pueblo llama, a quienes tienen la responsabilidad de portar las armas institucionales, para que se persuadan de que los están utilizando con el objeto de dar caza a un pueblo civil indefenso. Además, ese pueblo civil que lucha sin armas, necesita que los hombres de la FANB tornen a su conciencia republicana, democrática y venezolanista. Y recuerden, que ese pueblo, es también su pueblo. Pueblo que ha sido golpeado y ofendido, pueblo que lucha valiente y decididamente por su respeto. Pues, en medio de las agresiones de la violencia institucionalizada e irregular, los estudiantes y el pueblo unidos, exigen libertades democráticas, garantías de los derechos humanos, mejor seguridad para el pueblo, libertad de expresión, igualdad de derechos, respeto para la familia, seguridad alimentaria, protección a la propiedad privada, mejor bienestar social, libre inversión y restablecimiento de la empresa privada.
Esto demuestra, que el pueblo está defraudado de las políticas de este fracasado gobierno socialista. Y así también, todos los sectores del país rechazan, que el régimen en flagrante violación de la Constitución, fundamenta la doctrina de la difamación, la tergiversación y la desinformación. Puesto que, sin ningún escrúpulo señala a quien protesta de fascista, racista o terrorista. En consecuencia, es de advertirle al gobierno, que jamás la guerra sucia, el ventajismo, la amenaza, la difamación y la mentira podrán devolverle la paz al país. Pues, por principio ineludible, la paz está fundamentada por nociones nobles. De tal manera, un pueblo acorralado por la escasez y la arbitrariedad, irrumpe contra todo. Y para decirlo al estilo de la escritora María Luisa Guerrero: “¡La necesidad hace perder todos los miedos!”
Víctor Vielma Molina/Educador/victormvielmam@gmail.com