Sé que estos días has tenido una ajetreada jornada laboral y que el hecho de que no puedas disfrutar de tus carnavales te tiene un poco molesto. También sé que quieres ir a tu casa, acostarte en tu cama y bañarte en tu ducha, ver a tu familia y comer esos exquisitos platos que prepara tu mamá.
Tal vez, has pedido la baja y no te la han dado porque tienes que estar defendiendo al país, de esos “fascistas” que reclaman una mejor calidad de vida en las calles, protestando.
Pero me imagino que debes estar feliz. Al fin estás aplicando todo lo que te han enseñado para librar a Venezuela de una posible invasión yankee. Al fin estás haciendo verdadero uso de tus armas y no estás pesando y vendiendo pollo en la calle. Finalmente estás siendo militar, y no un simple buhonero contratado por Mercal.
La única diferencia es que en esta oportunidad, no estás usando tus armas para defender a tu nación, sino que lo haces para hundirla cada día más, apoyando y dándole fuerza a este régimen castro comunista que quieren implementar en el país.
¿Es que acaso no te das cuenta que la invasión no está siendo por los Estados Unidos, sino por Cuba? ¿O me vas a negar que hay cubanos en el ejército?
Piensa, ¡por favor! y no seas impulsivo. Mira quienes son las personas que protestan en la calle. Escúchalos. Grábate sus rostros. Busca con tu mirada intimidante sus armas escondidas en sus bolsillos.
No las encuentras, ¿verdad? Es porque no las hay. Su mayor arma es un pensamiento diferente al de quienes gobiernan la nación, pero no diferente al tuyo.
Porque yo estoy segura que no quieres seguir sirviendo a un proceso que te usa como bodeguero. No quieres que tu familia haga colas de hasta cinco horas para conseguir leche, pañales o harina PAN (si, de la que hace la Polar). Piensa, porque no quieres seguir viendo cómo los colectivos armados, matan a tus vecinos, a tu familia.
Medita en las noches y habla con tus compañeros, a ver si están de acuerdo en ponerle su bota militar a una mujer contra el suelo. O si piensan que los detenidos merecen tanto maltrato por pensar diferente a otros.
Reflexiona. Ahí, donde estás, todos piensan diferente a ti. Hay unos que les gusta más la arepa que la pasta, a otros les gusta más el río que la playa. Todos tenemos criterios diferentes y eso es lo que tú atacas en la calle.
Por favor, te rogamos analices bien la situación actual del país. ¿Es eso lo que quieres para Venezuela? ¿Una represión constante por no pensar todos iguales? Simón Bolívar dijo una vez: “Maldito el soldado que voltea sus armas contra el pueblo”… Maldito tú.
No dejes que sintamos rechazo a tu labor. No dejes que el de arriba maldiga tu misión por la tierra. No seas cómplice de esta barbarie.
Haz algo ¡por favor! Somos millones los que pedimos libertad, justicia, menos balas y más comida, menos odio y más medicinas.
Ustedes tienen el poder de devolverle a este país la democracia y la libertad. Tienen el poder de dejar de ser despreciados, para comenzar a ser alabados. Tienen el poder de acabar con esto e irse a dormir a sus casas regresando como héroes y no como enemigos.