Cuando Alain Minc en su obra la borrachera democrática (L’Ivresse démocratique o la pea democrática, en lenguaje mundano) se refirió a la “sociedad demoscópica”, como una clase atrapada por las tendencias de la opinión pública, advertía que esta embriaguez por “el qué dirán”, desviaría el genuino accionar social. La decadencia del sistema representativo y de los actores sociales tradicionales, anuncia la aparición de un sistema que parece tan perverso como inevitable, el peronismo mediático. La opinión pública afirma Minc, “será a comienzos del siglo XXI lo que la clase obrera fue en el alba del siglo XX: una realidad, un mito y una psicosis”. Un populismo mediático que ya dio vida a figurones como Berlusconi, Le Pen o Ross Perot.
En Venezuela tenemos nuestras vedettes demoscópicas. Dueños de encuestadoras que actúan cual candidatos… No es casualidad que en medio de la barbarie, algunos de nuestros rockstars del sondeo y la opinión, sigan justificando el accionar político del gobierno, por esa fascinación embelesada de su marketing revolucionario. Otros se dan la lija desde lo académico de llamar coyotes a la oposición de calle -sic- como si el origen de la trifulca fue una animalada de la disidencia. Típica hipérbola entre lo que se dice y ve en TV, y lo que se suda al sol… Chávez dedicó más de 4.000 horas de cadena para definir lo que era ser bolivariano, revolucionario y demócrata a la vez. No lo logró.
La calle desnudó esa contradicción… Chávez gobernó bajo un plebiscitismo mediático que condujo a una “transustanciación de la soberanía popular”, donde después de cada cadena, lo soberano era la agenda de Chávez. Nuestras más íntimas penurias quedaban absorbidas por la propaganda. La delincuencia o la inflación eran opacadas por el anuncio de una misión. Hoy el movimiento estudiantil nos saca de esa modorra discursiva, nos emancipa de esa burbuja comunicacional, nos desencadena de lo táctico, llevando el accionar social a la calle, donde el alma vulgar, silvestre y natural de la inteligencia popular le está diciendo al mundo, ¡SOS Venezuela!
Ortega en la rebelión de las masas nos dice que “el alma vulgar del colectivo, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad a imponerse dondequiera”. Y agrega Sartori: “un mundo concentrado en el hecho de ver es un mundo estúpido. El homo sapiens, caracterizado por la reflexión, se está convirtiendo en un homo videns, una criatura que mira pero que no piensa, que ve pero que no entiende”. Y la Venezuela ultrajada no se conforma con contemplar. El hartazgo vulgarizó la ciudadanía y no le quedó más que la salida. La calle reivindica el derecho a la “vulgaridad”, a rebelarse, a responder dondequiera y como sea, la imposición ilegitima del autócrata. Y eso hacen los estudiantes, sus madres y los ciudadanos. Por eso no son violentos, ni animales (coyotes), ni radicales (solo Dios es radical sentenció Hanna Arendt). Son seres humanos reflexivos que entendieron que la violencia del autócrata que se impone por la fuerza, se repele con la misma fuerza y legitima defensa (John Locke).
Venezuela no es Ucrania. Vuelve el Prof. Mires con juicios de valor sobre el accionar político de López-Machado, que califica de “anticipado y maximalista”, por haber hecho un llamado a la calle sin esperar la evolución creciente de los acontecimientos, tal como pasó en Ucrania -sic-. “No son pocos los publicistas que interpretaron el precipitado llamado de López y Machado (la salida), como un intento de arrebatar a Capriles el liderazgo ganado en el plano electoral (Fernando Mires/Venezuela y Ucrania)… A ver Mires: ¿esperar más evolución creciente de qué? ¿Arrebatar a Capriles un liderazgo electoral o sacudirle de una quimera? ¿La salida es un llamado precipitado o un catalizador soberano? ¿Es una imposición o un clamor de la gente? Caramba profesor, pareciera que el pragmatismo de la escuela alemana, le impide valorar que Venezuela suma 230.000 muertos por violencia (impune) en tres lustros, que no queda ni un solo poder autónomo y no hay azúcar ni leche para digerirlo… ¿Qué más acontecimientos debemos esperar? ¿Qué más maximalismo que la maxidevaluación del bolívar? Ojalá Venezuela tuviese la economía de Ucrania. No más retórica Mires. No más de esa psicosis “orientadora” de la OP que lo que hace es desmoralizarla y confundirla. El tema venezolano hace rato llegó a un paradoxismo ¡culminante e irreversible! El tema ucraniano fue otra cosa. Un asunto nacionalista. Víktor Fédorovich Yanukóvich no sale del poder por una desbordada criminalidad, ilegitimidad o fatiga social. Sale por acercarse a Putin y por el miedo de los ucranianos a perder su identidad recién alcanzada en 1990. A partir de aquí estoy de acuerdo con Mires; Ucrania debía ir de menos a más, del minimalismo político a maximalismo… Pero esa dinámica no aplica a Venezuela. Nosotros vamos en la cresta de la ¡pea revolucionaria! Y para sacudirla no bastan manzanillas o sinfonías en ascenso. Hay que subirse a la calle, sin megáfonos, mejor organizados y sin importar el qué dirán… En Venezuela cae el peronismo mediático.
@ovierablanco