Quien se alza con el poder institucional, creyendo que el sufragio universal, democrático y legitimador le da poderes omnipotentes, para romper con el hilo constitucional; secuestrar a los poderes públicos y violar los derechos humanos, se equivoca. Pues, siempre tendrá a un pueblo dispuesto a adversarlo y a llevar al país hacia la verdadera entereza de la legalidad de la Carta Magna. Por ejemplo, Carlos Andrés Pérez, gana las elecciones de 1988, para su segundo mandato (1989-1993), con 3.879.024 votos (52,91 %). Cifra, que para entonces, eran muy altas en términos absolutos. Pero esto no impidió que el pueblo protestara contra sus políticas represivas, inflacionarias y la corrupción. Ni causó intimidación en las instituciones. Y, en concordancia con la legalidad, el Fiscal General de la República Ramón Escovar Salom solicita el antejuicio de méritos ante la Corte Suprema de Justicia. Así esta, ni ninguna de las demás instituciones de los Poderes Públicos del entonces, se acobardaron para enjuiciarlo y separarlo del cargo. Pero, por contraposición, gobiernos con factura fraudulenta, antidemocrática y fasciocomunista, como el del extinto Hugo Chávez y el actual de Nicolás Maduro. Pues con la farsa de que con ellos “gobierna el pueblo”, impidieron e impiden que el pueblo proteste, que los Poderes Públicos actúen con libertad e independencia. Y para colmo, despojan a la Fiscalía y a la Contraloría General de la República de sus auténticos papeles fiscalizadores y contralores. Además que, con locura belicista, han convertido a la FANB en su brazo político. Porque a punta de intimidación, chantaje, vapuleo y soborno los secuestraron y silenciaron; hasta llevarlos a la más absurda complicidad de hoy. Pues, como simples funcionarios, cumplen órdenes o realizan “obediencia debida”, tal como lo declarara el asesino de judíos Otto Adolf Eichmann, hasta llegar, como lo decía la filósofa alemana Hannah Arendt, a “banalizar el mal”. Frase genial, que surge del núcleo de su interesante obra: Eichmann en Jerusalén.
Las políticas parciales, segregacionistas y excluyentes no ven, no escuchan ni reconocen la otredad, al que piensa o es distinto, solo los utiliza para soliviantar rencores olvidados o desatar diferencias, antes superadas. Pero, a cada mal le sale su remedio. Ahora, la protesta de los estudiantes universitarios, que se ha propagado por todo el país, ha hecho de alguna manera, cambiar el guion totalitario y segregacionista que tenía programado el gobierno. Acontecimientos que, además de haber delatado la violencia de la cúpula roja, han hecho que la “revolución”, de pronto se dé cuenta, que necesita del diálogo con las diferentes instituciones públicas y privadas. Pues, quien gobierna con violencia, perece en ella. Pocos podrán prever, hasta dónde habrá de llegar la brutal y recurrente represión que el gobierno desata a partir del 12-F. Y menos, la dirección que tomarán las protestas de los estudiantes y del pueblo en general.
Pero, ciertamente, el gobierno “revolucionario” al disparar mortalmente contra las manifestaciones, ha herido la parte más sensible y rebelde del pueblo, que sin lugar a dudas, son sus hijos. Y el orgullo de un pueblo herido, generalmente pide remoción de cargo. Por ello la dimisión se va a dar; pues, lo grave de la afrenta, así lo impele.
Víctor Vielma Molina/Educador/victormvielmam@hotmail.com