Luego de las protestas del pasado 12 de febrero, Día de la Juventud, pareciera que Venezuela finalmente está entrando en el desenlace de la agonía y muerte del “Socialismo del siglo XXI”. Ya son quince años de despilfarro populista, ineptitud y corrupción de cuantiosos recursos financieros, entre otros, que como nunca antes habíamos tenido; además del agotamiento de un discurso político violento de odio social.
Lucen insuficientes los esfuerzos de la claque dirigente, militar y sus monigotes civiles, por sostenerse en el poder. Últimamente, en lo político, establecen una retórica conferencia para la paz. Pero Maduro, por otra parte, en el discurso con motivo del primer año de la muerte de Chávez exhortó a sus “colectivos” paramilitares a seguir disparándole a la protesta política y al descontento nacional. Una vez más le dice al país que la revolución está armada y candelita que se prenda candelita que se apaga. De tal manera que por ese camino, en Venezuela estamos llegando a las puertas del infierno, ya que si el gobierno cambia la orientación y rectifican el rumbo político y económico se derrumban, y si no rectifican e insisten en la profundización y radicalización del “socialismo militar y la revolución”, igual se vienen abajo. Los “colectivos” del terror y el hampa común son quienes mantienen reprimida la protesta de los sectores más humildes, pero cada vez más las distintas formas de protesta de hacen sentir y se está perdiendo el miedo.
El declive histórico del “socialismo chavista” comenzó con la derrota del referéndum revocatorio del año 2007. Sin embargo, posteriormente a través de una serie de mecanismos jurídicos como la cadena de Leyes Habilitantes, entre otros, el gobierno se ha empeñado en tratar de imponer a la fuerza un modelo social, económico y político inconstitucional fracasado. La palabra socialismo no existe en la Constitución Nacional y mucho menos existe en la cultura política democrática del venezolano el socialismo estatista totalitario militar, tiránico, cubano.
En Venezuela el odio social y la violencia política entre los venezolanos comenzaron a instalarse en la conciencia colectiva cuando Chávez frente a los propios magistrados del Tribunal Supremo, estableció que robar para mantener a la familia, etc. no es delito. En estos años de gobierno chavista tenemos alrededor de doscientos mil venezolanos asesinados por el hampa común; sumado a los crímenes, torturas, persecución y presos de la violencia política nos coloca en las puertas del infierno. En Venezuela, una vez que comenzó ese discurso estatal de odio sociopolítico y exclusión del amplio sector que se resiste al establecimiento del modelo socialista se comenzaron a echar las bases emocionales, espirituales y sicológicas de la guerra civil. La guerra civil es el infierno.
Para tratar de salir de este infierno al que nos estamos aproximando aceleradamente, algunas individualidades han hecho un llamado a la rebelión militar. Un alzamiento militar para salir de la crisis venezolana encendería, aún más, este infierno que los propios militares venezolanos, junto con sus sirvientes civiles, han creado.
No creo en la violencia como instrumento de transformación y cambio de la sociedad, pero la protesta callejera que comenzó en el estado Táchira el pasado 5 de febrero y que durante un poco más de un mes ha cobrado lamentablemente cerca de veinticinco victimas, no ha sido totalmente en vano. El sacrifico de estos venezolanos asesinados, perseguidos, presos y torturados por la fusión sangrienta entre los “colectivos” paramilitares y la Guardia Nacional marca un hito en esta larga y heroica lucha por la libertad; ha servido, entre otras cosas, para finalmente desenmascarar ante el mundo la versión venezolana del “terrorismo de Estado”. Con ese saldo triste y doloroso de destrucción que está dejando esta jornada popular y juvenil de protestas, de ahora en adelante nunca más podrán decir que el socialismo bolivariano es humanista, democrático y pacífico.
@CastilloHernan