Habiendo transcurrido un mes desde la concentración del 12F, inicio de le gesta estudiantil por el rescate de la vida, la democracia y la libertad, es oportuno revisar dónde quedan gobierno y oposición. No vivimos un episodio más de agitación ciudadana. Sin eufemismos voluntariosos, estamos en presencia de lo que podría ser el cierre de un ciclo político; caudillesco, gendarme, personalista, populista, celestino y centralizado, que nos abriría el camino a una Venezuela republicana y liberal, que aun no se ha parido desde nuestra independencia.
La era Chávez fue la representación maximizada del pretor latino. De quienes comprenden el poder como el que se ejerce desde un escusado, donde despachamos, nos aseamos o nos vemos al espejo, sin otro impedimento que nuestra sombra. Este ciclo bodeguero debería llegar a su fin, no por un tema previsible de orden autócrata, sino por un asunto sistémico, de inviabilidad política, económica y social; en fin, de imposible convivencia y obediencia ciudadana. Nunca el viejo adagio “cría cuervos y os sacarán los ojos” tuvo tanta vigencia. Buitres que provienen de todos lados como miserables buscando sal. Hablo de una sociedad rapaz que desde la aparición de la primera empresa petrolera, Petrolia del Táchira (1870), y el primer pozo, “Eureka”, en La Alquitrana, propiedad Don Manuel Antonio Pulido, no ha parado de ser un continuo de codicia por dinero fácil… Un país que desde Zumaque 1 (1914) o Barroso 2 (1922), pasando por los derivados de gasolina y kerosene de la primera refinería en San Lorenzo (1917), hasta la Pdvsa socialista de nuestros días, ha subvencionado un pobre país rico, desdichado por su mínimo esfuerzo y por dar licencia a la pereza, al concesionismo lisonjero, y a la violencia devenida de oportunidades para unos y plomo para otros.
Venezuela ha sido un país gobernado por mandatarios hedonistas, perpetuos y autoritarios. Guzmán Blanco fue máxima expresión caudillesca en tiempos de café y cacao, y HCHF lo propio en tiempos petro-socialistas. El oro negro devinoen la espada y el escudo de ese pretor a caballo, que castró al pueblo de todo sentido de productividad. Ha sido el petróleo, el guiñote de nuestros aprendices de emperador; la morocota que paga todas las indulgencias, condona todos los pecados y compra todas las conciencias. Con “la riqueza petrolera” todo ha sucedido en lo urbano, educativo, corporativo y hasta democrático, pero sin él, nada de nada, porque ni educados, demócratas o empresarios somos. La petro-política se extingue. Es la pronosticada muerte de la “madre fuente” de nuestros malos hábitos, brutalmente birlada por los últimos mohicanos autoproclamados herederos de lo eterno y lo mundano. El hambre y la dignidad hoy van de la mano. No viven el uno sin el otro, y a partir de ahí, ni cabe Maduro y sus Castro, ni la MUD y sus mosqueteros. Los estudiantes lo saben y por ello, se desmarcan…
Los jóvenes de esta generación han crecido con una profunda carga discriminatoria. Saben que rojos y azules pactan sus conveniencias. Están hartos de gobierno y gobierneros, echándose aguas perfumadas y trajeados de seda, mientras ellos no encuentran libros en sus bibliotecas, ni pan en sus comedores. Nuestros jóvenes no comprenden de alianzas soterradas ni mesas encopetadas. No apoyan líderes dizque opositores que a la primera pedida, corren a Miraflores en busca de cancha y spot. ¿Por qué Falcón, Fernández o Sánchez no le pidieron cuenta a Maduro de la reventa de nuestro petróleo por los Castro o del uso de nuestros aviones; de las subvencione a Daniel Ortega o el chuleo de Evo Morales? Porque son el mismo musiú con diferente cachimbo… Nuestros jóvenes saben que ni un gobierno forajido y represor, ni una oposición blanda y corsaria, los conducirán a una generación de bienestar, prosperidad y libertad. Esos jóvenes no negocian, ni dialogan, ni se venden a tiranos ni serviles. Al decir de Rafael Pocaterra en sus Memorias de un venezolano de la decadencia, “si los que ejemplarizan con el ‘que se me da a mí’ pudieran ser observados de cerca por los contemporáneos que le envidian sus llamadas “posiciones políticas”, se acabaría la admiración”. Y los jóvenes los han visto de cerca, por lo que le perdieron admiración y respeto (a ambos)…Y no condicionan su lucha como otros llamando a tregua en perpetúan memoriam a quien no tuvo ese gesto en vida, por sus adversarios (tratados como enemigos). Jóvenes que son tildados de coyotes y fascistas por intelectuales, por exponer su vida y sus ideales, más de lo que son capaces de hacer sus detractores, quienes detrás de una pluma abyecta, le atribuyen condición de animales -sic-.
¿Hacia dónde vamos? Hacia una Venezuela gobernada por una nueva generación sin tanquetas, pero sin mesas. Una nueva generación emancipada de esa rancia, pervertida y cómplice borrachera petrolera, que los puso a todos a beber de un mismo sifón.
El presente es de los estudiantes, por lo que el futuro será de ellos… Con Ustedes estamos, hasta el final.
@ovierablanco