Táchira, la chispa del incendio en Venezuela

Táchira, la chispa del incendio en Venezuela

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La revuelta callejera que sacude a Venezuela desde febrero tuvo su estallido y su bastión más firme, beligerante y duradero, en Táchira, estado de los Andes sudoccidentales que marca parte de la frontera con Colombia y posee intensas particularidades regionales.

Humberto Márquez/elTOQUE

Desde San Cristóbal, su capital, dieron la vuelta al mundo imágenes de barricadas de hasta dos metros de alto, jóvenes que se enfrentan con hondas a las armas modernas de la Guardia Nacional, grandes marchas de la sociedad civil en apoyo a los estudiantes, y un despliegue de creatividad y tozudez que les ha permitido ganar más de una escaramuza.

“El que se cansa pierde. No nos cansaremos y seguiremos activos en busca de una salida constitucional a este gobierno que se ha ensañado contra la juventud venezolana y en particular contra Táchira, un estado castigado por la escasez y el racionamiento”, dijo a RNW José Vicente García, dirigente en la estatal Universidad Experimental de la región y concejal en San Cristóbal por el partido opositor Voluntad Popular.

Para Alexander N., de 20 años, “empezando a estudiar ingeniería pero ya haciendo tesis de grado como luchador de barricadas”, según dijo ufano a RNW.

“Aquí, continúa el joven, se trata de mostrar nuestra arrechera (rabia) y de que los tipos del gobierno sepan que si no hay futuro para nosotros, si va a ser tan difícil tener una casa, un carro (auto), si nos vamos a graduar de desempleados, si no hay futuro para nosotros, pues para su gobierno tampoco”.

Palabras como esas se escucha también pronunciar a dirigentes políticos y estudiantiles en medio centenar de ciudades que desde la segunda semana de febrero jaquean al presidente Nicolás Maduro con manifestaciones, pacíficas unas y violentas otras, con saldo de 28 muertos, incluidos agentes del orden, tres centenares de heridos, 1.500 detenidos y 40 denuncias de torturas.

Maduro ha denunciado que opositores radicales de derecha siguen un guión, dictado por Washington, para sumir a Venezuela en un clima de caos que propicie su derrocamiento.

Los mayores focos están en las ciudades andinas San Cristóbal y Mérida, las occidentales Maracaibo y Barquisimeto, las centrales Valencia y Los Teques, zonas de clase media en el éste de Caracas, y en las orientales Puerto La Cruz, Ciudad Guayana e isla de Margarita.

San Cristóbal, fundada hace 450 años en el valle del río Torbes, durante siglos un bucólico asentamiento andino, trepó en las últimas décadas por las colinas circundantes y la habitan unas 600.000 personas. Su área metropolitana, con las poblaciones vecinas Táriba, Cordero, Palmira, San Josecito y Santa Ana, reúne 900.000 habitantes, el 70 por ciento de los 1,3 millones con que cuenta el Táchira, una provincia de 11.100 kilómetros cuadrados y tradicional frontera de intenso comercio con Cúcuta, Norte de Santander, Colombia.

Contrabando
Caldo de cultivo de las protestas en Venezuela ha sido la escasez de productos esencialesel último año. Leche (líquida y en polvo), harina de maíz (base de la arepa, el pan nacional), de trigo, aceite, arroz, azúcar, pollo, café, mantequilla, papel toilette, piezas y repuestos para autos y máquinas… se consiguen con suma dificultad, largas colas y racionamiento.

Táchira padece sobremanera porque se trata de productos subsidiados que son llevados como contrabando de extracción a Colombia, donde valen mucho más.

Caso especial es la gasolina, de la que un litro cuesta en Venezuela dos centavos de dólar y en Colombia hasta 1,70 dólares. Los autos en Táchira deben tener un tag o chip para adquirir una cantidad limitada de gasolina, y aún así el contrabando al vecino país es gigantesco.

“Somos gochos”
Así se llegó al pasado 4 de Febrero en San Cristóbal. Unos vándalos ingresaron a una universidad, robaron y trataron de violar a una muchacha. Al día siguiente los estudiantes salieron a protestar contra la inseguridad. Vino la represión, unos jóvenes fueron detenidos y hubo más protestas. A tres muchachos se les abrió juicio y se les envió a una peligrosa cárcel en Coro, lejana ciudad del noroeste. Estalló la indignación y la población salió a manifestarse masivamente. Fue un alud. La protesta se extendió a otras ciudades.

Opositores radicales llamaron a protestar desde el 12 de Febrero buscando “una salida” del gobierno. Una gigantesca marcha en Caracas culminó en balacera con tres muertos y se produjo entonces la oleada de manifestaciones con 500 incidentes de violencia en cinco semanas, según la contabilidad gubernamental. Táchira se mantuvo como bastión de las protestas más enconadas y persistentes. En sus barricadas, pancartas, carteles y mensajes en las redes sociales los manifestantes allí han proclamado con insistencia: “Somos gochos”.

Es el ingrediente de identidad regionalista. “Gocho”, señala la Real Academia de la Lengua, es vocablo que designa al cerdo. En 1899, el líder regional Cipriano Castro encabezó una “revolución” desde el Táchira y tomó el poder. En venganza, los caraqueños de entonces llamaron “gochos” a los tachirenses que “invadieron” la capital y desarrollaron tal apego al poder que durante el siglo XX fueron suyos siete presidentes, incluidos el dictador Juan Vicente Gómez (1908-35), que inspiró “El otoño del patriarca” de Gabriel García Márquez, y el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez (1974-79 y 1989-93).

Como en otros países con los naturales de regiones montaraces o atrasadas, los “gochos” fueron hasta blanco de chistes estereotipados. Ahora, súbitamente, se les dibuja como luchadores ejemplares. Entre muchos, el músico puertorriqueño Willie Colón, acerbo crítico de Maduro, llegó a escribir: “Cuando sea grande, quiero ser gocho”.

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