Es decir, la gente no acude a la rebelión en función de lo mal que viva, o lo mal que pueda estar, sino en función de cómo empeora su calidad de vida. La deprivación relativa genera frustración, y la frustración deviene en violencia y agresión. Pongamos un ejemplo, un ama de casa que llevaba su lista de diez cosas al mercado el año pasado y volvía con nueve de ellas. Hoy en día en esa misma lista de cosas por comprar la buena señora trae a casa sólo siete. O el pequeño negocio de desarrollos web que compraba dólares en el mercado negro, con lo que compraba 100 hace un año ahora compra 30. Eso es deprivación relativa, que causa molestias, frustración inicial, luego indignación y finalmente rebeldía, según Gurr. La deprivación ocurre en distintas unidades de valor asociadas a lo cotidiano: alimentos, salud, empleo o seguridad.
Veamos algunos indicadores. En el 2012 Venezuela tuvo una inflación de alimentos del 24%, pero en el 2013 este índice de inflación llegó al 78%, la deprivación se ha triplicado en la sociedad venezolana. La gravísima escasez nacional de hace un año se reflejaba en un índice del 16% y hoy llega al 30%. La tasa de cambio libre cerró en 2013 a Bs 30 por dólar, pero un año después estaba el dólar negro cercano a los 90. Quizás el más dramático de los indicadores es el que cuantifica la deprivación de la vida: 2012 cerró con una inaceptable estadística de homicidios de 21.600 mil por año, doce meses después tres mil asesinados más engrosaron esa cifra.
Todo lo cual constituye un peligroso cocktail que tiene como expresión natural protestas por doquier. Gurr no hubiera encontrado mejor ejemplo para explicar su tesis. La línea argumental del gobierno es que se trata de un golpe de estado urdido desde los intereses más oscuros del imperio norteamericano, pero con esos indicadores económicos en verdad no es necesario que actúe Imperio alguno. Hoy en día más de tres cuartas partes del país coinciden en juzgar muy duramente la gestión de Maduro y le exigen rectificar (Datos Marzo 12014), con llamativo consenso entre las distintas clases sociales.
Así pues, la rebelión está entre nosotros. Y con motivos para sentirse cómoda, diría Gurr.
Presidente
DataStrategia Consultores