La normalidad regresa poco a poco a las Torres del Saladillo. Mientras observa los daños y destrozos registrados en el conjunto residencial la semana pasada, Mariela Contreras, ama de casa, cuestiona la libertad de protesta consagrada en la Constitución Bolivariana de Venezuela. Recuerda que el primer ataque de los organismos de seguridad ocurrió tras un cacerolazo que realizaron los vecinos desde sus apartamentos, reseña La Verdad.
Según la madre de familia, la mayoría de las actuaciones policiales y castrenses con lacrimógenas y perdigones ocurrieron en horas de la madrugada, “por supuesto esas acciones caldeaban los ánimos y se producían los enfrentamientos”. A criterio de Contreras los “excesos” repetitivos de los uniformados eran el detonante de hechos violentos.
“La opción no es dejar de manifestar sino que se respete la libertad de protesta. No hay justificación para que grupos de policías y militares irrumpieran de esa manera en nuestros edificios”. Esta zuliana propone que las manifestaciones de calle sean respetadas, aún cuando sean en contra del gobierno de Nicolás Maduro. “Al no existir represión las protestas no pasan de pacíficas a violentas”.
Por su parte Enrique Pérez, vecino de la Torre Maturín (amarilla), propone que los reclamos deben realizarse de forma pacífica. Reconoce que una vez que los “ánimos se caldearon” tras los enfrentamientos con los efectivos policiales, los manifestantes decidieron trancar las calles y quemar cauchos.
“Mi propuesta es que las protestas continúen de forma pacífica. Uno sabe que hay mucho descontento con la escasez, la inseguridad y el alto costo de la vida; la gente tiene derecho a reclamar por eso, pero para que vuelva la paz a las Torres del Saladillo es necesario que esas protestas sean pacíficas”.
Calma con descontento
Aunque la mayoría de los propietarios regresaron a sus hogares, los comercios de las torres abren sus puertas y el centro de educación inicial comenzó sus actividades, los vecinos aseguran sentirse “indignados” ante la “pesadilla” que vivieron más de 850 familias.
No olvidan tan fácilmente el caos que reinó el fin de semana con los enfrentamientos entre comerciantes informales de la zona y la comunidad. “Esas personas que nos atacaban llegaban en buses identificados con instituciones públicas del Gobierno. Me pregunto, ¿quién los envió? Eso llena de indignación”, expresa una vecina de la Torre Barcelona (azul) al tiempo que recuerda lo vivido hace cuatro días.