Las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela se han deteriorado en los últimos años, y para los miembros de la élite de ese país de gobierno socialista, ese alejamiento de repente pone en peligro un privilegio muy apreciado para algunos: Disney World.
Por HANNAH DREIER, Associated Press
La embajada de Estados Unidos anunció el domingo que ya no emitirá visas a los que la soliciten por primera vez, el desarrollo más reciente en lo que los analistas consideran una serie de gestos cada vez más hostiles y políticamente motivados de ambos gobiernos desde que las protestas antigubernamentales comenzaron en Venezuela hace cinco semanas.
A Ángel Pirela, ingeniero mecánico de una refinería petrolera de propiedad del gobierno, le preocupa que la decisión pueda impedirle visitar Disney World con su hija de 2 años. Pirela había pensado en solicitar la visa estadounidense para la menor al mismo tiempo que renovaba la suya, pero dijo que su esposa lo convenció de esperar a que las cosas se calmen.
Pero quizás ya es demasiado tarde.
Pirela era uno de varios venezolanos bien vestidos que el lunes hacían fila frente la embajada de Estados Unidos. A medida que las horas pasaban, discutieron el horror de poder perder el acceso a las compras, las visitas a los clubes y bares de la Florida, que durante mucho tiempo los venezolanos de clase media han considerado un derecho de nacimiento.
La embajada informó que ya no aceptaría citas para los que solicitan la visa por primera vez porque no tiene el personal suficiente tras la expulsión de tres funcionarios consulares por orden del presidente Nicolás Maduro el mes pasado y la demora de su gobierno en autorizar la llegada de otros funcionarios.
Tanto la expulsión de los diplomáticos como la limitación de las visas le parece demasiado duro a Pirela, aunque culpa a Maduro por provocar a Estados Unidos.
“Al principio no lo creía. Es la clase de decisión que toman los países cuando están en guerra”, dijo, sudando la camisa a cuadros comprada en Miami y jugando con el teléfono móvil que compró allí también en 2012.
Los expertos dicen que los cambios de política indican que las relaciones entre los dos países han llegado a una nueva cota mínima.
El gobierno del presidente George W. Bush apoyó inicialmente una intentona golpista contra el presidente Hugo Chávez en 2002, y Chávez, mentor de Maduro, dijo que Bush era un “demonio” en la ONU en 2006. Los dos países llevan desde 2010 sin embajador en sus respectivas capitales.
Pero de la misma manera cómo las protestas han llevado a más venezolanos a protestar contra la inflación, la escasez de productos básicos y el alto índice de delincuencia, la inestabilidad ha llevado a ambos gobiernos a criticarse mutuamente con más fuerza.
La retórica comenzó a subir de tono en febrero, cuando Venezuela expulsó a tres diplomáticos estadounidenses y los acusó de organizar las protestas estudiantiles como parte de una confabulación “fascista” con la oposición para derrocar su gobierno. Estados Unidos negó las acusaciones y reciprocó con la expulsión de tres funcionarios venezolanos de Washington.
A las protestas casi diarias le siguen con frecuencia choques entre pequeños grupos de activistas antigubernamentales y las fuerzas de seguridad. Grupos de derechos humanos dicen que los problemas han causado por lo menos 32 muertos y cientos de lesionados en ambos bandos.
Los cambios en la política de visas es una forma en que Estados Unidos expresa su descontento cada vez mayor con la situación, dijo Gregory Weeks, profesor de Ciencias Políticas especializado en América Latina en la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte.
“Creo que es más una advertencia que jugar al duro”, dijo.
La agitación también ha hecho que los funcionarios estadounidenses piensen en otra posibilidad, dijo Carl Meacham, director del programa sobre las Américas del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un grupo de estudios con sede en Washington. Si la inestabilidad se prolonga, una gran cantidad de venezolanos pudiera comenzar a emigrar a Estados Unidos, dijo.
Esa posibilidad estaba presente en la mente del galerista de arte Hernán Giménez mientras hacía fila en la embajada de Estados Unidos.
“Tengo que tener opciones por si pase algo aquí, especialmente ahora”, dijo.
Meacham dijo que si no ocurre alto catastrófico, solo quiere visitar ese parque temático de la Florida.