En el territorio opositor la realidad es absolutamente distinta, por su naturaleza diversa y plural, el debate y la polémica son inherentes a tal condición, lo que no significa necesariamente la exaltación de las divergencias hasta el punto de adelantar políticas distintas e incluso enfrentadas. La unidad de propósitos tiene que traducirse en orientación y acciones comunes necesarias para avanzar y conquistar las metas trascendentes. Una obviedad que debe estar siempre presente: sin la unidad no es posible alcanzar los objetivos superiores; olvidar esa premisa puede ser causa de graves y lamentables errores. Estimamos la unidad como un proyecto estratégico vital para convertirse en una real alternativa al régimen, alcanzar la victoria y reconstruir la instituciones, la plenitud de las libertades democráticas y sentar las bases del reencuentro y la reconciliación entre los venezolanos.
Reconocer las omisiones y falencias de los partidos es una cosa y otra es negar su importancia y necesidad, pretender que sólo la espontaneidad o alguna forma de organización coyuntural, parcial y sin raíces en las diferentes áreas de nuestro complejo tejido social puede sustituir el rol de las organizaciones políticas es irreal y utópico. La experiencia universal confirma su necesidad para la vigencia de la democracia y los avances de las sociedades contemporáneas.
La antipolítica -que indudablemente existe- intenta ganar espacio, no sólo basándose en las fallas y debilidades de los partidos, exacerbando sus defectos para propiciar un clima que favorece sus posturas y abrir espacio a la presencia de los poderes fácticos, quienes han aspirado alcanzar el poder sin intermediación. En la primera década de este siglo, apenas iniciado el gobierno de Chávez, vivimos un amargo experimento en tal sentido, cuyas consecuencias aún pagamos.
Coincidimos en que los partidos políticos tradicionales tienen que renovarse y, al igual que los “más nuevos”, tienen que situarse acorde con la modernidad en cuanto a su plataforma, accionar y liderazgo. Al igual que la alianza que hoy conforman. Sin negar, en ningún momento, lo indispensable de su existencia.
Hay algunos dirigentes políticos que se valen de la antipolitica para intentar alcanzar sus propios logros, ello no es nuevo en Venezuela, conviene recordar que “esos polvos trajeron estos lodos”. ¡No es posible olvidar!
Luis Manuel Esculpi