Basta escuchar o leer a próceres de este barranco de revolución como Nicolás Maduro, Jorge Arreaza (Dos recogiditos), Miguel Rodríguez Torres o Diosdado Cabello para darse cuenta de que ese intento por sentarse en una misma mesa tiene cualquier cantidad de objetivos, pero ninguno se ocupa seriamente del modelo de país y ese socialismo chimbo a la cubana que es lo que verdaderamente está acabando con Venezuela.
¿Qué busca el gobierno? Lavarse la cara ante el mundo exterior, desactivar la protesta especialmente aquella que implica cierre de calles, marear como solo ellos saben hacerlo, ganar tiempo a la espera de mejores momentos para la economía, dejar descabezada a la oposición sentándose con quienes no necesariamente tienen la representación e incluso causar un desgate de credibilidad entre quienes apoyan a la otra corriente, la de Leopoldo López y María Corina Machado. Liquidar a varios dirigentes de oposición vía juicios Express, procesos amañados y cárcel ilegal, muy cubana toda esta movida, dicho sea de paso. Eso así por encimita.
¿Qué busca la representación de una parte de la oposición que está en la MUD y va a la mesa de conversación y demás cuentos de camino? Obviamente corre un gran riesgo como es el hecho de terminar de deslegitimarse frente a los otros bandos de la propia oposición. Si las cosas salen bien y tienen logros concretos e importantes, pues recupera espacios y se lava la cara ante los cuestionamientos que han recibido desde Henrique Capriles para abajo. Si todo termina como se espera, en una burla, en una reunión para decirse cosas en la cara en cadena nacional, pero con los comunistas y su proceso intacto, los mismos presos políticos, los mismos muertos sin justicia, los mismos colectivos paramilitares matando gente o los mismos tribunales y los mismos poderes públicos, pues el derrumbe de este sector de la MUD será para coger palco y puestos preferenciales. Además de previsible el derrumbe total de la unidad como tal.
Así que no puede ser peor el escenario. No se gana mucho por ninguna parte y lo más seguro es que no se gane nada. El gobierno, siempre más astuto de la mano de los Castro, comienza a ganar desde el mismo momento en que sienta a estos líderes de la oposición en su mesa, en su casa con la foto de Chávez de fondo y cantando el himno nacional al ritmo que ponga el comandante muerto con su voz sacada del más allá. Y ganan, de paso, una buena foto como la que salió hoy en los grandes medios del mundo. Eso será todo.
Dijo Maduro que en estos encuentros de trata de diálogo, no se negociación, nada de acuerdos y menos de pactos. Eso se acabó. El pacto es entre los chavistas y los Castro. Nadie más cabe ahí. Dijo Jorge Arreaza, otro de los herederos, que no es negociable la revolución, el proceso revolucionario no tiene vuelta y que no se metan con los cubanos. Los cubanos son compatriotas, tal cual. Y Rodríguez Torres, más allá de las palabras, tiene sus actuaciones represivas como tarjeta de presentación y una cara que revela unas ganas inmensas de sentarse en la silla de Miraflores. Cabello es el otro. Nada de negociaciones. Y así muchos.
La cadena será larga. Es todo lo que hará. Eso sí, saldrán verdades y denuncias como las que salían antes en los medios de comunicación tipo Globovisión y que ahora deben esperar que se arme un zafarrancho en todo el país para que lleguen a tratarse en cadena nacional. Y como decía el comandante muerto, ¡no me importa nada!, esa es la visión final de los Castro y esa es la visión final que tendrá el país en pocos meses.
Tierra arrasada.
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Publicado originalmente en el diario El Universal (Caracas)