No sólo por las mentiras descaradas que no sabe uno si las dicen por cinismo político o, aún peor, por ignorancia, sino porque hacen análisis rudimentarios que sólo mentes del mismo nivel –que las hay- pueden creer mas como esperanza que como convicción. Dan cifras y narran hechos que todo el mundo, desde los economistas habitualmente entrevistados por los medios, hasta las más humildes amas de casa saben que son falsos; pero ellos siguen adelante, los micrófonos y las cámaras dan para todo.
Ahora el castromadurismo gubernamental proclama “una nueva ofensiva económica”, y los altos funcionarios hablan de la importancia de producir en Venezuela, e incluso ponen sobre la mesa toda la colaboración del poder económico del Gobierno. Poder económico que es obvio que el Gobierno de Maduro ya no tiene, es demasiado lo que en la era del fallecido comandante supremo se gastó, se derrochó, se regaló, se perdió en bolsillos delincuentes, fue aplastante lo que la colosal ignorancia económica del líder supremo impuso como endeudamiento a la industria petrolera y a todo el pais, fue asolador el machete chavista contra todo lo que fue la producción nacional.
Pero como diría un joven venezolano actual, eso es lo que hay, y sería necio de importadores, industriales y comerciantes ponerle mala cara al Gobierno. Eso es lo que hay aunque sea fallo, y si el amplio y golpeado sector productivo le toma la palabra al Gobierno acorralado por demasiados años de equivocada soberbia económica, no se resolverá todo, pero algo mejorará.
Que la MUD se encargue de la habladera y del ganar tiempo en las reuniones de paz y diálogo, que los políticos de parte y parte sigan ocupando espacios en los medios para tratar de hacer creer que realmente saben lo que pasa, que los estudiantes sigan siendo los abanderados y la primera línea de la protesta popular verdadera.
Los industriales y comerciantes deben dedicarse a crear las vías que permitan al Presidente Maduro y su equipo avanzar lo más posible en el camino inevitable de tirar al cubo de la basura histórica los perniciosos devaneos de Chávez, Giordani y otros equivocados, para que el país, a 50 bolívares por dólar, empiece a recuperarse. No será mucho ni rápido, pero algo es algo y cualquier cosa es mejor que lo que venía arruinándonos hasta que los estudiantes retomaron la protesta activa en San Cristóbal en febrero. Ellos, a diferencia de la mayoría de los venezolanos chavistas, antichavistas e indiferentes, no se limitaron a quejarse, sino que convirtieron el reclamo y el rechazo en compromiso personal.
P’alante es p’allá, camaradas empresarios.