Para Jair De Freitas, abogado especialista en Derecho del Trabajo y Seguridad Social, el ajuste del salario mínimo no puede ser sólo para palear la inflación, sino que debe significar una mejora progresiva del ingreso. Nota de Prensa
– Si el ajuste del salario mínimo sólo tiene como propósito retornar el poder adquisitivo golpeado por una economía inflacionaria, se estaría inyectando más circulante en la economía lo que genera mayor presión sobre dicha variable. Lo importante es que se procure una mejora real del poder adquisitivo y no solo su indexación.
El especialista en Derecho Laboral y además Licenciado en Relaciones Industriales cuestionó el modo en como tradicionalmente se han hecho los ajustes, por cuanto no se trata de regatear y ofertar cifras porcentuales a la ligera, sino que debe fomentarse en paralelo el desarrollo del aparato productivo.
Al referirse a la inflación y el poder adquisitivo de los trabajadores, criticó el reciente ajuste de la unidad tributaria: “Mientras se reconoce que la inflación durante 2013 fue de 56,2%, el ajuste de la Unidad Tributaria fue de apenas 18,69%, es decir tres veces menos, con lo cual el beneficio de alimentación de los trabajadores que se calcula en unidades tributarias, se desmoronó también en esa misma proporción”.
Por ello propone que la Comisión por la paz en el área económica y a los representantes de la MUD que se avoquen a resolver el problema de fondo y no solo los síntomas. “La realidad es que el salario no alcanza para que un trabajador y su núcleo familiar atiendan sus necesidades básicas de alimentación, vestido y vivienda. Por ende, es momento de ensayar fórmulas flexibles que permitan atender a esas y otras necesidades sin que el impacto en prestaciones sociales sea tan elevado, pues la LOTTT se convirtió en un inhibidor por el efecto de los pasivos laborales”.
Advirtió que de no poner en marcha nuevas fórmulas adicionales a un ajuste porcentual, el problema sería cíclico y estaríamos en una espiral de inflación-ajuste salarial-inflación. “Se trata que el trabajador tenga un poder adquisitivo real, que le permita el acceso a la propiedad privada y no simplemente que logre matar el hambre y vivir a medias” explicó.