Multitud argentina pide la legalización al cultivo de Marihuana

Multitud argentina pide la legalización al cultivo de Marihuana

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La convocatoria, según los organizadores, superó las cien mil personas y tuvo su epicentro en la histórica Plaza de Mayo, frente a la casa de gobierno.

“Uno + que cultiva, uno – que compra”, decía una de las pancartas frente a la catedral de Buenos Aires a un lado de la plaza, cuyas escalinatas estaban colmadas de promotores de la iniciativa, varios con remeras bajo la leyenda “cultiva tu deseo”.





“Fumo marihuana, no soy un delincuente, ¿por qué tengo que vivir con miedo de caer preso?”, dice Cristian Frers, un camarero de 31 años que desde hace cuatro promueve desde una organización la legalización de la marihuana en este país donde su consumo y cultivo está penado.

Este año la marcha se realiza en un clima de expectación por la entrada en vigor la semana próxima en Uruguay de una inédita ley que regula el mercado de cannabis y sus derivados.

“El uruguayo es un experimento, tampoco convence porque establece qué marihuana se puede comprar. Yo quiero ser igual de libre de tomar un vaso de vino o tres, o fumar algo que ‘me pegue’ más”, argumenta Cristian.

Rodrigo Ochoa, un técnico de telecomunicaciones de 30 años, considera “impensable en Argentina algo similar”.

“Es el sueño de todo consumidor hecho realidad, pero acá lo más urgente es cortar con la persecución legal”.

Activistas montaron carpas en la plaza, donde distribuyeron folletos sobre los efectos medicinales del cannabis y los varios proyectos de ley sobre el tema que por ahora duermen en el Congreso.

“Nosotros promovemos clubes de cultivo sin fines de lucro donde se pueda comprar sin ir al mercado negro y alimentar el narcotráfico”, dice Sergio Remis, un licenciado en informática de 34 años y padre de dos niñas pequeñas.

En su opinión “hay una estigmatización del consumidor que no se condice con la realidad. Yo trabajo, tengo mi casa, estudié en la universidad. Se asocia injustamente la marihuana con la vagancia, la delincuencia y la marginalidad, es el lenguaje de la represión”.

En uno de los bancos callejeros de la tradicional Avenida de Mayo, Cecilia Quinteros, una elegante secretaria de 35 años, arma con paciencia oriental su cigarrillo de cannabis mientras espera que se inicie la marcha que unirá la Plaza de Mayo con el Congreso Nacional, en una caminata de diez cuadras.

Está enojada porque siente que parte de la concurrencia no la representa.

“Este año vi mucha gente borracha y eso es malo para la causa. Tenemos que liberarnos de los estigmas que nos bloquean, los intelectuales también fuman y el hábito está en todas las clases sociales. Fumo porque me gusta, no escapo de ninguna realidad, no me considero una drogadicta y no quiero ser perseguida”, afirma.

Marchas similares se realizaron en las principales ciudades del interior del país, entre ellas Córdoba, Rosario, Mendoza, Neuquén y San Carlos de Bariloche. AFP