Con el Mundial a la vuelta de la esquina, millones de hinchas están despegándose de sus iPad para coleccionar figuritas de jugadores, un pasatiempo de otra época que sobrevive en la era digital.
Esteban Israel / Reuters
Un juego de niños que cautiva principalmente a los adultos, el Album del Mundial de la FIFA es un fenómeno de culto y un multimillonario negocio para el Panini Group, una compañía italiana que imprime figuritas desde el Mundial de México 1970.
Hinchas de todo el mundo están comprando sobres, abriéndolos con ansiedad y canjeando cromos con las fotos de Lionel Messi, Neymar, Cristiano Ronaldo o Wayne Rooney en oficinas, patios de escuela, foros online y ferias improvisadas.
En Brasil, el mayor mercado global de Panini, la fiebre de las figuritas logró finalmente entusiasmar a la gente con un campeonato ensombrecido por atrasos en la construcción de estadios, costos fuera de control y una cuenta de miles de millones de dólares para los contribuyentes.
“El placer está en el fútbol y en cambiar figuritas”, dice Alexandre Gabel, un ejecutivo publicitario de 37 años que llevó a sus dos hijos a una feria de cromos en el estadio Pacaembú de São Paulo. “Y uno se queda con un bonito souvenir”.
Panini no informa de sus ventas. Pero ejecutivos dicen que el Mundial de Brasil, una nación de 200 millones de fanáticos del fútbol, batirá nuevos récords para la empresa de Modena.
La fábrica de Panini en un suburbio industrial al norte de Sao Paulo trabaja día y noche. Sus ruidosas máquinas cortan enormes planchas con las fotos de los jugadores, las mezclan y empaquetan al escalofriante ritmo de 8 millones de sobres por día. Un 75 por ciento de los sobres de cinco figuritas se queda en Brasil, donde cuestan 1 real (0,45 dólares) cada uno. El resto es despachado a toda América Latina.
“El Mundial realmente comienza cuando nosotros lanzamos el álbum”, dice José Eduardo Martins, presidente de Panini Brasil. “Es una fiebre. Todos los mercados de América Latina están vendiendo por encima del mismo período del Mundial pasado”.
La compañía espera llegar a más de 8 millones de hinchas en Brasil, donde hasta la presidenta Dilma Rousseff confesó que está ayudando a su nieto a completar la colección de 640 cromos.
Durante el Mundial de Sudáfrica 2010, los puestos de diarios de Brasil vendieron 220 millones de sobres de cromos, ayudando al país a desplazar a Alemania como el mayor mercado de Panini.
“Esta vez la expectativa es vender más de un 50 por ciento más que en 2010”, dijo José Antonio Mantovani, presidente del sindicato de dueños de puestos de diarios en São Paulo, la mayor ciudad de Brasil.
CESPED CON PHOTOSHOP
Panini está tan identificada con el Mundial que arranca el 12 de junio que manifestantes recientemente quemaron sus álbumes en las calles de Sao Paulo para expresar su indignación con un torneo que consideran un gasto obsceno de dinero.
Y las figuritas se volvieron tan codiciadas que un camión que transportaba 300.000 cromos fue robado en Río de Janeiro, haciendo que los hinchas temieran una escasez.
Panini dice que todas son impresas en cantidades iguales. Pero los coleccionistas juran que algunas figuritas son más difíciles de encontrar.
El atacante de la selección costarricense Joel Campbell compró 100 sobres y no pudo encontrar su propia foto. Tres semanas después de ventilar su frustración colgando en Twitter imágenes de decenas de sobres rasgados, escribió: “Ya me salió”.
La manía de las figuritas del Mundial tomó por asalto a toda América Latina. Además de Brasil, otros mercados fuertes para Panini son Argentina, Colombia, Venezuela y Ecuador.
Y en todos esos lugares hay quienes encuentran en los cromos una oportunidad de negocios.
“Hay una auge tremendo porque Colombia después de 16 años vuelve al Mundial”, dijo Jonathan Echavarría, un lustrabotas que dice estar ganando cinco veces más revendiendo figuritas en las calles de Bogotá.
La fiebre de las figuritas desnuda también las distorsiones económicas en América Latina. Mientras en la mayor parte de la región un sobre de figuritas cuesta el equivalente a entre 40 y 60 centavos de dólar, en Venezuela la inflación y los controles de cambio dispararon el precio a 8 dólares.
“Sale más barato ir a Brasil a ver los juegos que llenar el álbum Panini en Venezuela”, se quejó Vitorio Schiaffino, un estudiante de 21 años que miraba a sus amigos canjear figuritas en una plaza de un barrio rico de Caracas.
Martins está orgulloso de la precisión de Panini en escoger los equipos mucho antes de que los entrenadores anuncien sus alineaciones. En el caso de Brasil, la nómina divulgada el miércoles mostró que sólo erraron con Robinho, el delantero del AC Milan descartado por el técnico Luiz Felipe Scolari.
Más complicado fue sin embargo producir las fotos de los 12 estadios que Brasil construyó o modernizó para el Mundial, algunos de los cuales todavía no están terminados.
“En Curitiba tuvimos que crear el césped con Photoshop”, dijo Martins. Reuters