Cada vez que se hace un diagnóstico la gente se pregunta ¿pero bueno, qué hacer en medio de ese desastre? ¿Qué hacer para salir de esta desgracia? Hay varias respuestas que nacen de la observación. Y cada respuesta está ligada a alguna situación que emana de las políticas públicas por ejecución o por ausencia. Es decir, el gobiernito revolucionario, el clan cubano, está moldeando a su antojo el futuro inmediato y, como la cosa ya va para 16 años, y no se sabe con certeza cuándo terminará, las huellas quedarán ahí por muchos años.
Es como suponer que la providencia decidiera mañana llevarse a los hermanitos criminales del Caribe, Fidel y Raúl Castro a las perolas hirvientes que los esperan en el infierno y pensar que desde la semana que viene Cuba será otra. No. No es tan fácil. El desastre de los hermanitos criminal es tal que pasarán años antes de medio ver progreso en la isla de los esclavos del siglo XX y XXI. Lo mismo ocurre en lo que queda de Venezuela. Se van los títeres de los Castro. Y de inmediato se abrirá un horizonte lleno de esperanza para todos. Pues no. No es así de fácil. Para empezar los malandros quedarán saboteando parejo. Volando oleoductos y puentes. En eso son buenos. Algunos huirán del país y salvarán sus inmensas fortunas, pero lo que quedará, como ya se ve desde ahora, no incluye ni carros ni líneas aéreas. Ni dólares. Hay que empezar todo de nuevo, pues a Pdvsa la dejarán en manos de los chinos, los nuevos dueños. Y quebrada, pero con el petróleo para los amarillos. Las sobras serán para medio levantar a la nueva Cuba, cuna de Bolívar. Y, para que todo el mundo esté claro, ni protestas ni manifestaciones sacarán a estos comunistas del proyecto destructor. Escuchen bien a Maduro y al otro presidente, Diosdado Cabello. Aquí no hay vuelta atrás. Lo que viene es comunismo parejo. Es lo que ya está aquí.
¿Y qué se está haciendo? Pues algunos protestan, especialmente jóvenes y estudiantes dejando sus vidas en la calle o hipotecando su futuro ante una justicia arrodillada ante el poder. La oposición está dividida entre negociadores y radicales. El régimen continúa hacia adelante a pesar de que está también dividido entre comunistas por interés y ladrones de siete suelas, que son la mayoría. No detendrán su proyecto. Al contrario más presos y más muertos. Una parte de la población va a trabajar en lo que va quedando de sus trabajos hasta que también quiebren esas empresas. Otra parte no se mete en nada. Hacen sus colas para comprar alimentos calladitos. Y una gran parte o se fue o está terminado de cerrar maletas o termina los planes para salir corriendo de Venezuela lo más pronto posible. Con plata o sin plata.
Eso es lo que se está haciendo.
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Publicaado originalmente en el diario El Universal (Caracas)