Egipcios hacían largas filas el martes para votar en el segundo y último día de las elecciones para presidente, en las que el exjefe militar del país Abdul Fatá El Sisi se perfila como el gran favorito para ganar.
El mariscal de campo retirado, de 59 años, El Sisi, espera que haya alta votación para que eso se convierta en un mensaje a Occidente en el sentido de que la deposición del islamista Mohamed Morsi no fue un golpe de Estado sino una revuelta popular como la del 2011 que llevó al derrocamiento del dictador Hosni Mubarak tras un mandato de 30 años de duración.
Observadores de la elección dijeron que la asistencia a las urnas el lunes fue moderada y en los pueblos dominados por los islamistas fue pobre o casi inexistente.
Esto aparentemente llevó al gobierno a declarar el martes como día feriado para permitir que millones de empleados del gobierno —en este país de aproximadamente 90 millones de habitantes hay 5,5 millones de empleados del gobierno— puedan salir a emitir su voto y alargaron una hora el horario de votación.
Aunque a mitad de la jornada es difícil determinar cuál ha sido la asistencia, no hay duda de las profundas divisiones que existen en Egipto, que además se hicieron evidentes en el primer día de votación.
En algunas casillas en El Cairo filas de simpatizantes de El Sisi ondearon banderas egipcias y vestían ropas con los colores rojo, blanco ¿y negro de la bandera del país. Hombres y mujeres, entre ellos algunas que llevaban el conservador velo musulmán, bailaron al compás de canciones populares pro militares.
En baluartes de la Hermandad Musulmana y sus aliados islámicos —que dominaron todas las elecciones desde el derrocamiento de Mubarak— las casillas estaban casi vacías ante el llamado de grupo a boicotear la elección. Es probable que eso reduzca la participación en el país, donde hay casi 54 millones de personas registradas para votar.
Durante los 10 meses posteriores al derrocamiento de Morsi a manos de las fuerzas armadas, entonces comandadas por El Sisi, el exjefe del ejército recibió el apoyo de las instituciones de Estado y de casi todos los medios de comunicación del país. AP