La abdicación del Rey Juan Carlos ha replanteado el debate en España sobre su sistema de gobierno. Izquierda Unida y Podemos proponen la realización de un referéndum vinculante para definir entre monarquía y república.
Por supuesto que esa alternativa es por demás respetable, pero no es precisamente a ello que nos queremos referir; el núcleo fundamental de Izquierda Unida lo integra el sector más ortodoxo y dogmático del antiguo Partido Comunista Español y Podemos fue el “fenómeno” electoral que surgió en el reciente proceso celebrado en ese país.
A su principal dirigente Pablo Iglesias, algunos comentaristas políticos lo llaman el Chávez español y cuenta como asesor fundamental a Juan Carlos Monedero, quien también lo ha sido del chavismo y es un apasionado defensor del llamado “Socialismo del siglo XXI”.
Pompeyo Márquez siempre recuerda la inmensa cantidad de literatura escrita para imaginar cómo sería el pos-franquismo, ninguna acertó en definir un gobierno de monarquía parlamentaria resultante de la transición y consagrado en la Constitución de 1978. Podemos comprender la vieja aspiración de los Republicanos, lo que resulta incongruente por parte de una cierta izquierda en España es su rechazo a la monarquía y a la vez su respaldo a regímenes como el cubano o el de Corea del Norte donde se trasmite el poder por herencia.
En Latinoamérica promueven reformas constitucionales para establecer la reelección indefinida y pretenden permanecer así durante largos periodos en el poder, y hay quienes aún participando en elecciones se asumen como herederos de gobernantes precedentes, como es nuestro caso. Simultáneamente reducen espacios democráticos, aumentan los signos autoritarios, limitando la libertad de expresión y abusan de los recursos gubernamentales empleando un grosero ventajismo en los procesos electorales.
Aquí tienen 15 años en el Gobierno predicando la independencia y soberanía del país, mientras desarrollan una política de subordinación y entrega al gobierno de Cuba; dependencia que no tiene antecedentes en nuestra historia republicana. Su injerencia en puertos y aeropuertos, en el sistema de identificación, en registros y notarías, en los órganos de seguridad y las denuncias acerca de la presencia en las Fuerzas Armadas constituyen una verdadera afrenta a intereses vitales y estratégicos de la Nación.
Quienes en medio de la amalgama que caracteriza al Gobierno y sus contradicciones se afirman de Izquierda, asumen como modelo el de sociedades que fracasaron estrepitosamente y que demostraron su inviabilidad. Representan a esa izquierda trasnochada que, como decían de los Borbones, “ni olvida ni aprende”, no interpretando los cambios de los nuevos tiempos. Nuestra visión coincide con quienes defienden la existencia de “varias izquierdas”, el supuesto socialismo que practica el Gobierno venezolano está más emparentado con la tradición monárquica del Antiguo Régimen que aquella izquierda moderna democrática que otros defendemos.
Luis Manuel Esculpí/ @lmesculpi