Karim Benzema, criticado en Francia en muchas fases de su carrera, cerró heridas con la afición de su país tras firmar dos de los tres goles de su equipo a Honduras en un partido en el que el cerrojo centroamericano no fue un obstáculo para el delantero del Real Madrid. EFE
Benzema fue el hombre del partido. Aún así, le costó, como le cuesta en su club, donde a veces es capaz de brillar como el que más y otras se esconde para no aparecer en muchos partidos. En su estreno mundialista estuvo desaparecido durante casi toda la primera parte. Fue su primera versión. Después, apareció la segunda, la mejor, la que le ha dado fama y con la que acabó con la resistencia de su primer rival en Brasil.
Y es que la aventura de Honduras, en su segundo Mundial consecutivo, comenzó en un estadio, el Beira Rio de Porto Alegre, en el que no llegaron a sonar los himnos de los dos países protagonistas. Fue un síntoma de descontrol que posteriormente no afectó a los hombres de Didier Deschamps y sí a los de Luis Fernando Suárez.
El cuadro centroamericano pasó una semana dándole vueltas a una posible insinuación de Francia de que su juego era violento. Perdió el tiempo en una historia sin importancia que, sin embargo, estuvo relacionada con el devenir del choque.
Fue Francia la que siempre tuvo el control. Nunca dejó a Honduras acercarse a la portería de su capitán, Hugo Lloris, que en la primera parte no recibió ningún disparo entre los tres palos. Vivió una tarde plácida, seguramente inédita en su carrera.
Desde su área, Lloris contempló como sus compañeros se hicieron con el balón y no lo soltaron. Casi todo el peso del juego lo llevó Mathieu Valbuena, que estuvo excepcional y omnipresente durante casi todo el partido.
Sin Franck Ribery, el único futbolista que perturbó la convivencia de una selección que es una balsa de aceite comparada con la del Mundial de Sudáfrica, Valbuena tomó el mando con mucha clase.
Él, junto al lateral derecho Mathieu Debuchy, protagonizaron casi todas las jugadas de ataque de Francia en los primeros 45 minutos. Arriba, Karim Benzema y Antoine Griezmann, que sentó a Olivier Giroud en el banquillo, tenían menos protagonismo. Sobre todo el jugador del Real Madrid, que parecía que iba a alimentar más su leyenda de futbolista indolente hasta que marcó el primer tanto del duelo, de penalti, justo antes del descanso. Ahí comenzó a funcionar.
Antes, el propio Griezmann mandó un cabezazo al travesaño tras un buen servicio de Patrice Evra y Blaise Matuidi se encontró con Noel Valladares y el larguero justo después de un disparo peligroso. El tanto de Benzema, por el dominio de Francia, fue justo.
La clave violenta, aquella que Honduras dijo que Francia insinuaba, apareció en dos jugadas entre Paul Pogba y Wilson Palacios que fueron determinantes. En la primera, Pogba fue objeto de una falta por parte del hondureño, que remató con dos patadas al futbolista del Juventus. El carácter indomable del joven futbolista hizo que se revolviera para patear a su rival. Los dos vieron amarilla.
Después, en el minuto clave, el 44, Palacios vio su segunda tarjeta tras cometer un penalti sobre Pogba que parecía claro. Benzema, desaparecido hasta ese instante, no falló desde los once metros, derribó el muro de Honduras y, Francia, con un jugador más, se marchó al vestuario con la tranquilidad de quien se sabe ganador.
El conjunto galo comenzó la segunda parte como terminó la primera, con el control del duelo y con ocasiones. Para desgracia de Honduras, con un hombre menos, la primera de ellas acabó dentro de su portería. El protagonista de nuevo fue Benzema, que remató al poste una pelota que se introdujo en la portería Valladares.
Por primera vez en la historia se utilizó la tecnología de gol que ha implantado la FIFA. En los marcadores, como en el tenis, pudo verse cómo la pelota atravesó la línea de la portería. Se despejaron las dudas y Benzema, inédito hasta casi el final del acto inicial, comenzó a dar su recital hasta convertirse en uno de los mejores.
Le costó al futbolista del Real Madrid, pero al final se consagró y acabó con los debates que en Francia han hecho dudar de su figura. Lo hizo definitivamente en el minuto 72, con un trallazo desde dentro del área que cerró cualquier herida. Su tanto selló un marcador con el que Francia agarró el liderato del grupo E y dejó a los catrachos tocados.