Han salido ha flote a partir de la publicación de las cartas de dos de los exministros preferidos del expresidente,las fuertes divergencias presentes en el seno de PSUV y del gobierno de Maduro. Por supuesto,ellas no son nuevas, estaban larvadas y recorrían en interior del oficialismo desde hace tiempo y se venían agudizando en el último año de gobierno.
La procesión ahora no sólo anda por dentro, reducida a los cenáculos más próximos a la cúpula gobernante, sus cuadros medios, los militantes y simpatizantes han sido sorprendidos por las revelaciones por las misivas de Giordani y Navarro, no ocultando su desconcierto e inconformidad, e incluso desacuerdo manifiesto con las políticas gubernamentales. No les resulta fácil entender que quienes hasta hace poco eran los voceros más autorizados en materia económica y educativa del “proceso ” “del llamado “Socialismo del Siglo XXI;”hoy son señalados como exponentes de la “izquierda trasnochada” términos que Maduro “autocriticamente”tomo prestado,para descalificarlos,después de asimilar el impacto causado por la divulgación de las cartas.
Más allá de la opinión que nos merezcan los protagonistas de la polémica epistolar y su gestión como Ministros, ella no debe ser subestimada, menos aún sus posibles consecuencias, cuyos resultados pueden resultar impredecibles.
Los más diversos estudios de opinión coinciden en reseñar que un importante porción de venezolanos que antes respaldaron el oficialismo se vienen progresivamente desprendiendo sin que ello signifique, necesariamente, que se traslada a respaldar la opción que representan las fuerzas democráticas. La existencia creciente de un Tercer Sector, como lo hemos denominado, que rechaza al gobierno pero que no percibe claramente una alternativa, nos obliga a tomar muy en cuenta tal realidad para el diseño y las acciones de la oposición. Tal compresión resulta decisiva para la conformación y consolidación de la mayoría requerida para poder alcanzar nuestros propósitos.
La política opositora tiene frente a si,el reto de atraer al tercer sector y a la vez no facilitar con su comportamiento y sus acciones la cohesión en el campo adversario, el desafío planteado es de carácter estratégico e implica, necesariamente, una acertada lectura de los acontecimientos, no conformarse con una visión limitada al territorio que ha venido ocupando hasta hoy, ampliar su perspectiva hacia todo el complejo espectro político presente en la Venezuela actual. Para ello, sin negar la necesidad y riqueza de la diversidad, resulta imprescindible obtener una verdadera Unidad de propósitos; más allá de las formas que adquiera la anatomía y fisiología de la Alianza Unitaria.