Es un tiempo donde emerge, como demiurgo adormecido, la imagen simbólica y donde la subjetividad alcanza mayor amplitud en la consciencia. Esa memoria de las cosas perdidas se está recobrando paulatinamente.
Desde ese espacio donde las cosas y los seres se vuelven Uno e Infinito, es donde la artista Rosa Canelón (Barquisimeto) presenta en su obra pictórica una mirada que fusiona, tanto el color tumultuoso, intenso y protagónico de Vincent van Gogh, como el trazo ingenuo, primario y simple de Matisse, así como cierta temática de Chagall que alude a seres y cosas aladas, suspendidas y que ofrecen en Canelón, la síntesis de una experiencia que gradualmente crece y va logrando su propia identidad.
Ocurre una historia en las pinturas de esta artista. Hay un lenguaje renovado en su trabajo tan bien hilvanado, tan propio al alcanzar la plenitud de color, trazo y tema.
La obra de Canelón se abre al mundo desde la sencillez de un tema que aborda la cotidianidad, donde el auricular de un teléfono es símbolo y a la vez actante, junto con su emblemática silla que recuerda aquella de van Gogh, la Silla con pipa.
Quizá los objetos que cobran vida en el Cuarto de Arlés, del pintor de áureos girasoles, están sintetizados y aparecen alrededor de las inmensas manchas de colores puros en los lienzos de Canelón. Además de la silla están los zapatos, pero ahora identificados claramente con tacos altos, o especie de botines en blanco, quizá también en primitivas sandalias suspendidas y aprisionadas en el cielo de colores.
Porque Rosa Canelón pocas veces mezcla colores. Ellos aparecen en rojo o un azul “rizo del rey” que se pierde en la intensidad y fija su propia luz. Tal vez exista un tenue verde pero solo en luz contenida que realza un grifo que gotea. Son estos, colores psicológicos primarios.
En otras escenas de su cotidianidad, Canelón introduce las líneas que descubren unos soldaditos que apenas llegan a alcanzar la altura del borde de la pata de una descomunal silla.
Resalto en la obra de Rosa Canelón la presencia del color como actante principal. Después, la presencia de los objetos como referencias a una cotidianidad que se perpetúa como forma que sale del color.
Esa íntima referencia a los objetos revela el alma de las cosas que están más allá de su presencia en la vida real. El trazo que aparece en la obra no está exactamente delineado, delimitado ni es independiente del color. Surge del color y regresa a él. De ello deviene su plasticidad, un movimiento interno, oculto que da existencia a la obra de esta artista.
Egresada de la reconocida escuela de Artes Plásticas Martín Tovar y Tovar, de Barquisimeto. Realizó también estudios en el Instituto Armando Reverón de Caracas, y egresó como licenciada en Artes, de la Universidad Nacional Experimental de las Artes, de la misma ciudad.
Desde mediados de los ‘90s. Rosa Canelón ha participado, tanto en exposiciones individuales como colectivas, y en varias oportunidades ha recibido premios y distinciones por su obra.
Las pinturas de Canelón ofrecen intensidad y en su contraste luz/sombra, esconden otro discurso plástico. Nos lleva a observar ese oculto lugar donde existe, donde mora el alma de las cosas.
Con ella, con su obra la pintura renace una y otra vez. No hay perecer del arte. Asistimos a la celebración de la vida desde la cotidianidad de los objetos. La fuerza del color junto con el trazo denso y sin mayor delineación, nos hablan de una artista que irrumpe en la vida mostrando lo que más conoce: su realidad del día a día, su cotidiana existencia donde ocurre eso que sorprende y maravilla en el instante infinito que es luz, trascendencia y cercanía de un alma tocada por la divinidad, tan cotidiana y al mismo tiempo, tan de eternidad.
Para apreciar parte de la obra de esta excelente artista, acá una dirección: http://regaloscorporativos.weebly.com/rosa-boraure-caneloacuten.html
(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis