Los venezolanos debemos estar cada día más comprometidos con el espíritu de nuestra nacionalidad. El espíritu de la nación venezolana es absolutamente libertario e independiente. Los valores de la fraternidad venezolana y la legítima aspiración a ser soberanos están plasmadas en el acta de independencia del 05 de julio de 1811. Allí Isnardi y Roscio dejaron sembradas claves fundamentales de la nacionalidad venezolana.
Hoy el espíritu de nuestra nacionalidad se encuentra maltratado como nunca. Los socialistas que llegaron a gobierno fingiendo ser bolivarianos han descuartizado el espíritu fraterno, igualitario y libertario de la nacionalidad venezolana. Un pueblo que extravía el espíritu de su nacionalidad está condenado a extraviarse a sí mismo.
De allí, que la declaración de nuestra independencia, más allá de su importancia histórica tiene una importancia existencial para los venezolanos de este tiempo. Se trata de redescubrir que somos los venezolanos como Nación. Creo yo, esa es la gran tarea de mi generación.
Quienes hoy gobiernan tienen lengua de dragones para ofender y tergiversar pero aterciopelada piel de mariposas para asimilar cuestionamientos, reclamos y críticas. A los socialistas gobernantes los estruja el debate de fondo, la discusión serena y profunda de las ideas, el contraste de visiones sobre el destino nacional y la necesaria búsqueda de consensos que solo son se pueden hallar en los valores comunes de nuestra nacionalidad.
La clase gobernante venezolana es alérgica al consenso, ergo: son el anatema de nuestra nacionalidad. Porque la nacionalidad venezolana es ante todo un ejercicio apasionado, doloroso, deliberante y luminoso de consenso. La nación venezolana es, por encima de todo, la gran obra del consenso.
Los intensos debates del congreso constituyente de 1811 y la febril actividad de la sociedad patriótica, muestran como Venezuela como Nación es un parto de ideas y contradicciones, pero por encima de todo, es el parto del consenso. Quienes pedían tiempo, bien por prudencia o temor, y quienes pedían prisa, bien por coraje o temeridad, fueron acercando su distancia, y en medio de la pasión y el fulgor del debate dado con respeto, lograron el consenso. Lograron la Nación; y por ese consenso, es que hoy podemos celebrar aquel 05 de julio como día de independencia.
La independencia es la partida de nacimiento de la nación venezolana. Esto no quiere decir que no haya factores previos y posteriores que fueron amalgamando nuestra nacionalidad. Pero ese o5 de julio de 1811 es sin lugar a dudas la fecha icónica de una nacionalidad que hoy se encuentra bajo acoso.
Los socialistas han pretendido romper los cimientos de la nacionalidad venezolana. Cuando desconocen la Constitución, dan fuero político-partidista a los militares, convierten al Estado en un partido político, se olvidan del Esequibo, y empobrecen al pueblo, están fracturando el espíritu de nuestra nacionalidad. Nosotros los socialcristianos y todas las fuerzas democráticas del país debemos entender que esta lucha no es de un partido ni de un personalismo. La lucha por la Nación venezolana es la lucha de todos.
Recordemos al Bolívar de la sociedad patriótica: “vacilar es perdernos”