Los científicos han identificado los restos fósiles de un ave que, con una extensión de más de siete metros de punta a punta de sus alas, puede haber sido el pájaro más grande que haya existido en la Tierra, informó hoy la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los restos fueron encontrados en 1983 en Carolina del Sur (EE.UU.) por el voluntario James Malcom, del Museo de Charleston, durante las excavaciones dirigidas por Albert Sanders para una nueva terminal del Aeropuerto Internacional de esa ciudad.
La criatura, bautizada por los científicos como Pelagornis sandersi, debe haber sido un planeador extremadamente eficiente con alas largas y esbeltas que le ayudaban a mantenerse en el aire a pesar de su tamaño, según los investigadores.
El espécimen era tan grande -dos veces más grande que el albatros real, el ave actual de mayor tamaño- que los investigadores tuvieron que sacar los restos con una pala mecánica.
“Tan solo el hueso superior del ala era más largo que mi brazo”, comentó Dan Ksepka, del Centro Nacional de Síntesis Evolucionaria en Durham, Carolina del Norte.
“El Pelagornis sandersi puede haber viajado distancias enormes cuando cruzaba las aguas oceánicas en búsqueda de sus presas”, añadió.
El artículo señaló que los científicos han calculado que el ave vivió hace entre 28 y 24 millones de años, esto es, después de la extinción de los dinosaurios y antes de que los primeros seres humanos poblaran la región.
Esas aves existieron en todas partes de la Tierra durante decenas de millones de años, pero desaparecieron hace unos tres millones de años durante el período plioceno.
Los paleontólogos no han determinado la causa de su extinción.
Los restos del Pelagornis sandersi incluyen huesos huecos y finos, patas cortas y alas enormes, por lo cual puede deducirse que el ave no era muy elegante en tierra pero debe haberlo sido en el aire.
La cuestión que encararon los científicos era determinar cómo podía levantar el vuelo y mantenerse en el aire un animal cuyas dimensiones y peso excedían los máximos que se consideran posibles para las aves voladoras.
Mediante modelos realizados por computadora, los científicos concluyeron que el Pelagornis sandersi probablemente despegaba corriendo colina abajo de cara al viento o aprovechando las corrientes de aire para izarse como lo hacen los planeadores conocidos como “ala delta”.
La presencia de púas óseas similares a dientes en la mandíbula del fósil permitió a Ksepka identificar los restos como pertenecientes a una especie, antes desconocida, de Pelagornithidae, un grupo extinto de aves marinas gigantescas.
“Los pelagornítidos eran criaturas como salidas de una novela fantástica”, apuntó Ksepka, quien añadió que “no hay nada parecido a ellos actualmente”. EFE