María Auxiliadora Dubuc: 5 de julio de 1811 “En nombre de Dios Todopoderoso”

María Auxiliadora Dubuc: 5 de julio de 1811 “En nombre de Dios Todopoderoso”

Firma del acta de independencia

 

El 5 de julio de 1811 se declara la Independencia de Venezuela, tal cual reza el final del Acta:





«Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y la autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias unidas son, y de hecho y de deben ser desde hoy, de derecho, Estados libres, soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes …»

Se trató de una manifestación del pueblo venezolano que los representantes escucharon en su momento y en ese orden, fue suscrita por todos los diputados de la época a través de la firma de un Acta, independencia que se entiende de cualquier yugo de colonia extranjera alguna. De aquella hace ya unos 203 años, la idea era la conformación de un estado independiente, soberano, honesto, pero por encima de cualquier consideración, de un estado libre y democrático. Sin embargo, la realidad del país que tenemos hoy día es diametralmente opuesta a la que soñaron un día nuestros Libertadores.

Haciendo un análisis pienso que no supimos valorar la inmensa riqueza petrolera que nos convirtió en un país absolutamente privilegiado y bendecido como el nuestro, esa riqueza lejos de generar tranquilidad, armonía y paz, generó desigualdades abismales e intolerables. De esta manera, en este ambiente de absoluta discriminación económica, llegó el comandante con un discurso que definitivamente favorecía y enamoraba a los más pobres y desamparados, sembrándoles la ilusión y la esperanza de brindarles la igualdad y la distribución proporcional de la riqueza que también merecían, como ciudadanos venezolanos.

Ahora vemos que esta propuesta fracasó rotundamente,  porque vino a alejarnos más a los venezolanos, a generar odios entre clases sociales, generando envidia y rencores que jamás habíamos vivido antes en nuestra amada Venezuela. Separaciones familiares y debo decirlo con mucha tristeza, enfrentamientos entre nosotros mismos. De esta manera se propusieron implantar una revolución bolivariana en el país, copiando la política social Cubana y a decir de muchos, intentando calcar la realidad de ese país en el nuestro, entregándonos casi por completo en manos del extranjero. Todo en una propuesta de sistema de gobierno anacrónica, desprovista de políticas públicas serias y esenciales en materia económica, con una absoluta falta de respeto a lo institucional, a los derechos humanos y donde las libertades fundamentales consagradas en nuestra carta magna se encuentran absolutamente confiscadas. Donde no hay libertad de expresión, ni independencia entre poderes y los niveles de inseguridad han llegado a su máxima expresión, francamente al límite. Donde no hay trato respetuoso a la disidencia política y el poder judicial es completamente injusto por innumerable cantidad de razones,  en conclusión: nos encontramos en un país donde todos los días merma un poco más nuestra calidad de vida y crece la pobreza a pasos agigantados.

Así es como estamos en Venezuela. Así es como vivimos o sobrevivimos los venezolanos, corriendo riesgos diarios deambulamos por las calles de las distintas ciudades de la geografía nacional, buscando opciones para subsistir. Es así como intentamos avanzar, con una fe sorprendente en nosotros mismos, esperanzados, encomendándonos a la Virgen de Coromoto caminamos y nos sobreponemos intentando refundar la patria todos los días, esa que sentimos se nos escapa de las manos poco a poco. Sin líder aparente, sin nadie más que nosotros mismos conduciendo el barco y llevando el timón, porque también creemos que acoplados venceremos, que la salida es unirse y solo de esta manera, entre todos, podremos reconquistar nuestra libertad, apartando odios, rencores, mentiras, desigualdades, avaricia y ansias de poder. Creo  meritorio recordar que solo ejerciendo nuestra soberanía como pueblo, como lo hicieron los padres de la patria, es posible imponer la sensatez, la cordura y el amor por este país que nos lo dio todo para ser felices, que nos vio nacer, por nuestros hijos y por las futuras generaciones no desmayemos en esta lucha y prosigamos tal como se expresa en nuestra Acta de Independencia:

“En nombre de Dios Todopoderoso”.

 

María Auxiliadora Dubuc P.

@mauxi1