Con el fichaje del uruguayo Luis Suárez el Barcelona recupera la figura de un ‘9’ goleador que completará el flanco ofensivo y liberará al argentino Leo Messi de la necesidad de monopolizar el ataque culé, a la espera de la eclosión del brasileño Neymar, más tímido que determinante en su primer año en España. EFE
31 goles y una Bota de Oro son el principal argumento de un delantero cuestionado por el mordisco al defensor italiano Giorgio Chiellini en la fase de grupos del Mundial de Brasil y la consiguiente sanción impuesta por la FIFA: el uruguayo estará alejado cuatro meses de los terrenos de juego.
Carácter y ambición subyacen bajo los tres incidentes similares (con el centrocampista del PSV Eindhoven Otman Bakkal, con el lateral del Chelsea Branislav Ivanovic y con el mencionado Chiellini) protagonizados por Suárez, que a lo largo de su carrera acumula 17 partidos de sanción por estas acciones, a los que hay que sumar ocho con su selección (ya cumplió uno) y todos los que dispute el Barcelona hasta finales de octubre.
Pese a encontrarse, a sus 27 años, en el mejor momento de su carrera, la venta del uruguayo se convirtió en una obligación para el Liverpool inglés, cuya imagen se ha visto dañada tras una nueva agresión del uruguayo. Su reincidencia, sin embargo, no alejó al Barcelona de un delantero que asegura movilidad y gol y que participa de las tres posiciones de ataque.
A la espera de que Luis Enrique plasme su propuesta sobre un 4-3-3, Suárez está llamado a completar una delantera donde se intuyen como insustituibles Messi y Neymar, mientras el aficionado culé cuestiona la idoneidad de una incorporación que precipitó el adiós del chileno Alexis Sánchez tras completar su mejor año.
Con la llegada de Suárez, el club catalán se cita con el recuerdo del tridente que en su día formaron Thierry Henry, Samuel Eto’o y el propio Messi en la primera temporada de Pep Guardiola como técnico y que se cerró con la conquista de tres títulos antes de que los españoles David Villa y Pedro Rodríguez tomaran el relevo del francés y el camerunés en los flancos.
La ambición del máximo goleador de la historia de la selección española y el carácter indomable del africano convergen en el perfil del delantero uruguayo, de quien el director deportivo azulgrana Andoni Zubizarreta alabó su capacidad para caer a banda.
A la espera de que el Barcelona se decida a reforzar una zaga lastrada desde la baja por enfermedad del francés Eric Abidal y las repetidas lesiones del catalán Carles Puyol, además del intermitente rendimiento de Gerard Piqué, el subcampeón de la Liga española confía en reflotar la confianza de la hinchada con el fichaje de un jugador vinculado al club desde su etapa en el Ajax.
Sus primeras apariciones en Holanda situaron al aguerrido futbolista, representado por Pere Guardiola -hermano del técnico del Bayern de Múnich-, en la agenda de los grandes equipos europeos aunque fue el Liverpool quien disfrutó en las últimas fechas de un delantero caracterizado por ser, a un tiempo, goleador y asistente.
“No hay un jugador mejor que Suárez en su posición”, dijo el exdelantero inglés del Liverpool Michael Owen. “No es un nueve al uso”, analizó, “pero nunca dirías que es un ’10’ aunque haya sido el segundo máximo asistente del equipo”.
Obligado a resucitar la magia de Messi y del equipo tras un año de fracasos en la Liga de Campeones, en la Liga y en la Copa del Rey, el Barcelona confía su suerte al entendimiento del uruguayo con el argentino. Cabizbajo y ensimismado desde su reaparición, el jugador de Rosario se verá arropado ahora por un delantero llamado a fajarse con los defensores rivales.
Y es que con Suárez el equipo catalán debiera recuperar el hambre y la presión que le caracterizó en el dorado -y ya lejano- ciclo de Pep Guardiola. El pupilo de su hermano Pere está llamado a reiniciar una etapa de éxitos en Barcelona