Oscar Lucien: ¿Cuál sacudón?

Oscar Lucien: ¿Cuál sacudón?

thumbnailoscarlucienAunque me resisto a acostumbrarme a los continuos abusos y violaciones a derechos fundamentales que representan las cadenas del señor Maduro, tenía el televisor en “mute”, en un canal privado, con la expectativa de seguir los importantes anuncios oficiales que se habían promocionado para el martes 15 bajo el pomposo nombre de “el sacudón”. Para mi sorpresa (e igual satisfacción) las esperadas decisiones del ejecutivo no se realizaron en cadena nacional sino en la televisión del Estado, confiscada por el partido de gobierno, bajo el formato del programa conocido como en Contacto con Maduro. Perdí la emisión pero afortunadamente no hubo ningún anuncio relevante sino la usual insulsa cháchara con la bagatela corriente. Salvo, como pude enterarme luego, la difusión de un video que celebraba el primer año de matrimonio del señor Maduro con la señora Cilia. Sobre este particular episodio no quisiera adelantar una opinión en este momento porque estando impactado por esas imágenes preferiría documentarme adecuadamente sobre el papel de la cursilería como estrategia de manipulación política. Quizá peque de ingenuo, pero prefiero pensar que la difusión sin pudor de un video de estas características deba tener alguna eficacia política. De verdad, me resisto a creer que todo sea mera estupidez aunque ya sabemos que Maduro ha confesado hablar con Chávez transmutado en pajarito.

Pero volvamos al tema del anunciado y postergado anuncio del sacudón. El vocablo sacudón, más allá de su acepción literal, tiene unas precisas resonancias sociales y políticas para los venezolanos. Evoca las protestas y graves disturbios ocurridos en febrero de 1989 en ocasión de las medidas económicas del recién inaugurado gobierno de Carlos Andrés Pérez y en particular el anuncio del aumento de la gasolina, y la desproporcionada represión con la cual fueron sofocadas las movilizaciones y saqueos. Por eso intuyo que el empleo de la palabra sacudón para anunciarnos un conjunto de medidas por parte del ejecutivo no es ingenuo, que obedece a una intención de recuperación y de vaciamiento del poder simbólico de su contexto originario. Dicho coloquialmente, el gobierno “pica adelante” y se coloca en una posición ofensiva que de alguna manera busca desmovilizar el eventual descontento de las medidas que habrán de tomarse, siempre en nombre y en defensa (supuesta) de los más pobres, escamoteando su propósito real que no es otro que la perpetuación a todo trance de la cúpula que detenta el poder.

Creo, igualmente, que el empleo de la palabra sacudón opera como una suerte de control de daños de los graves problemas internos del PSUV, de las inconformidades y reclamos de los otros miembros de la alianza oficial y, sobre todo, como consecuencia de las denuncias contenidas en la comunicación conocida como “Testimonio y responsabilidad ante la historia” del exministro Jorge Giordani a Nicolás Maduro. Creo que, si en propiedad queremos hablar de sacudón, deberíamos atender a lo sensiblemente delicado que se confiesa en la misiva de marras, tema de suma gravedad que no deben pasar tan fácilmente debajo de la mesa como un problema interno, exclusivo de los oficialistas.





Desgraciadamente los desencuentros entre los diferentes componentes de la alternativa democrática han descuidado la atención a un documento con un enorme potencial movilizador de la lucha democrática contra un régimen ineficiente, corrupto, comprometido en un escandaloso fraude que “sacude” seriamente la legitimidad de Nicolás Maduro.

En el sacudón de la carta de Jorge Giordani hay varios asuntos, contundentes notitia criminis para la actuación de un Ministerio Público en manos de profesionales decentes comprometidos con la Carta Magna. Me detengo en uno sólo, capital, esencial, el fraude electoral. Confiesa Giordani: “La construcción del socialismo históricamente siempre ha constituido un desafío notable. En nuestro camino debimos enfrentar un Golpe de Estado, un sabotaje petrolero, y un ambiente externo hostil. En este camino del proceso bolivariano era crucial superar el desafío del 7 de octubre de 2012, así como las elecciones del 16 de diciembre de ese mismo año. Se trataba de la consolidación del poder político como un objetivo esencial para la fortaleza de la revolución y para la apertura de una nueva etapa del proceso. La superación se consiguió con un gran sacrificio y con un esfuerzo económico y financiero que llevó el acceso y uso de los recursos a niveles extremos que requerirán de una revisión para garantizar la sostenibilidad de la trasformación económica y social”.

Resulta evidente pues, que junto a las dudas planteadas por el candidato opositor Henrique Capriles que lo llevaron a solicitar una auditoría de los resultados y posteriormente a proseguir su reclamo ante instancias internacionales, tenemos ahora en las manos una confesión de uno de los más encumbrados ministro de la administración chavista, pero que no se utiliza, diluidas las fuerzas opositoras en peleas intestinas. Vale insistir en las palabras de Giordani: “un esfuerzo económico y financiero que llevó el acceso y uso de los recursos a niveles extremos” ¿De cuál sacudón estamos hablando? ¿Está realmente la oposición democrática en sintonía con las necesidades y expectativas de los venezolanos para convertirse en alternativa al ineficiente y corrupto régimen chavista? ¿Prevalecerá la unidad? Si de sacudones estamos hablando, ¿qué tipo de sacudón histórico realmente necesitamos los venezolanos?