El pegamento natural del percebe es más fuerte que cualquier producto con el mismo fin que la industria haya sido capaz de desarrollar sintéticamente. Se pega a cualquier superficie y en cualquier condición. Pero desde que fue descrito por primera vez por Charles Darwin, la fórmula para su gran eficacia ha resultado un misterio. Ahora, científicos de la Universidad de Newcastle, en Reino Unido, creen haber descubierto sus secretos. Lo cuentan en la revista Nature Communications.
Los investigadores han demostrado por primera vez que la larvas del percebe liberan una gota aceitosa para despejar el agua de las superficies antes de pegarse con un adhesivo de fosfoproteína. Los hallazgos podrían allanar el camino para el desarrollo de nuevos bioadhesivos sintéticos para su uso en implantes médicos y microelectrónica. La investigación también será importante en la producción de nuevos recubrimientos para los buques, para evitar que se peguen crustáceos y moluscos.
«Sabemos desde hace tiempo que hay dos componentes en el bioadhesivo pero hasta ahora se pensaba que se comportaban un poco como algunos de los pegamentos sintéticos, mezclándose antes de endurecerse. Pero todavía queda la pregunta, ¿cómo hace el pegamento contacto con la superficie si esta ya está cubierta por el agua? Este es uno de los obstáculos principales para el desarrollo de adhesivos para aplicaciones submarinas», explica Nick Aldred, autor de la investigación.
Los percebes tienen dos estadios larvarios, el nauplio y la cipris. El nauplio, común a la mayoría de los crustáceos, nada libremente una vez que sale del cascarón del huevo, alimentándose del plancton. La etapa larval final es la cipris, que es única para los percebes. Investiga las superficies y selecciona una que proporciona las condiciones adecuadas para el crecimiento. Una vez que se ha decidido incorporar de forma permanente, la cipris libera su cola y se pega a la superficie donde va a vivir el resto de sus días.
«Los avances en las técnicas de imagen, como la microscopía de 2 fotones, han permitido observar el proceso de adhesión y caracterizar los dos componentes. Ahora sabemos que estas dos sustancias juegan papeles muy diferentes, uno para limpiar el agua de la superficie y otro para cimentar la base del percebe», prosigue.
El océano es una mezcla compleja de iones disueltos, el pH varía significativamente entre las zonas geográficas y, por supuesto, está mojado. Sin embargo, a pesar de estas condiciones hostiles, el pegamento del percebe es capaz de resistir la prueba del tiempo. «Es una solución natural increíblemente inteligente al problema de cómo hacer frente a una barrera de agua sobre una superficie que va a cambiar la manera en que pensamos el desarrollo de adhesivos inspirados en la biología», subraya el investigador.
Vía abc.es